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Manifiesto velado a manera de crítica

diciembre 20, 2017Deja un comentarioCineBy Alejandro Martínez Salinas

Foto: imdb.com

Veo una parte del documental sobre Roger Ebert Life itself (Steve James, EUA, 2014) y algo me hace pensar en los motivos del acto de ver película. No sé si tenga una respuesta, llevo años dedicándome a pensar el cine y no tengo una respuesta tan clara y tan humana como la que alguna vez dijo el quizá más famoso crítico de la historia del cine: El cine es una máquina de empatía. 

 

Veo el cine como esa forma de acercarme desde mi mirada a otras miradas, igual de humanas, igual de falibles. 

 

Soy esa persona que se acerca y mira una película y trata de ver la mirada del otro. Un recuerdo vago de una escena de La mirada de Ulises (To vlemma tou Odyssea, Grecia, 1995) de Theo Angelopoulos, una frase que sella un contrato para tratar de capturar en palabras la mirada del otro. Escribir sobre esas imágenes que nos hacen tan humanos. 

 

Y ahora que vuelvo a ver Mommy (Canadá, 2014) de Xavier Dolan, recuerdo esas palabras. Unas palabras que mi mente no logra completar pero que sin embargo Dolan  construye con cada plano, cada personaje, cada fragmento de vida que su cámara logra capturar. 

 

Dolan logra capturar en cuadro que oprime y hace que nosotros como espectadores pensemos en esa máquina de opresión que es a veces la realidad misma y que plano a plano nos acerca más al otro. 

 

Pienso en Dolan y pienso en mis clases de cine y de cómo hablo sobre la posibilidad del plano, de la fe que tengo en el plano como artefacto para captar el tiempo de lo humano. 

 

Si bien Dolan es un joven director que para muchos está comenzando, veo en él la posibilidad de pensar el plano que capture el plano de humano. Recuerdo la escena del baile, donde los tres personajes protagónicos logran una empatía que es retratada con la belleza en unos cuantos planos sencillos, pero plenos de una plasticidad que sólo da la franqueza de una representación despojada de manierismos. 

 

Mommy es un acto de ver lo humano, una manera de retratar el tiempo de lo humano en una franca reconciliación con aquello que logro transmitir el cine de los que serían los dos verdaderos cineastas clásicos: el Yazujiro Ozu de Historias de Tokio (Tôkyô monogatari, Japón, 1953) y el Masaki Kobayashi de La condición humana (Ningen no jôken, Japón, 1959); el plano como una representación del tiempo de lo humano, un plano que le abra la posibilidad del otro en su interior. 

 

Hay que pensar el plano y entender su tiempo y posibilidad. 

 

El cine actual es un simulacro. La imagen cinematográfica más que edificar realidades, es parte de un ser en el simulacro, un ser en su esencia fantasmática. Los cineastas que mejor entienden esto dejan de lado el afán de representar la realidad; el cine jamás podrá representar la realidad, pues la dimensión del cine está en ser parte de una fantasmagoría, en ser la representación de fantasmas. La proyección, como diría Derrida: “es ella misma un fantasma”. 

 

Esto me viene a la mente mientras veo Holy Motors (2012) de Leos Carax. Sus imágenes son las sombras proyectadas en la caverna de Platón. Sus personajes fantasmas sin identidad, más que la propiamente cinematográfica. Imagen del cine como un fantasma. Cine y fantasma que se proyecta en la caverna como esa sala llena de espectadores dormidos a la espera del filme que los despierte. Filmes como cavernas que nos proyectan la espectralidad de toda imagen cinematográfica. Cine de la mirada y cine de goce. Cine de fantasmas personales y cine de fantasmas colectivos. Cine de lo individual y de lo colectivo. 

 

El cine es ante todo una experiencia colectiva de fantasmas individuales. De fantasmas propios en la pantalla. 

 

No habrá esperanza sin un cine que se reconcilie con la posibilidad de lo humano, un cine que es posibilidad, pero ante todo potencia, potencia creadora que habrá tantas posibilidades, tantas miradas, que como la de Ulises, la de Ebert, la mía propia, son miradas que buscan acercarse a la esperanza. 

 

El cine no es nada más contar una historia o representar algo, es tener esperanza en la posibilidad del tiempo y su recuperación a través del plano. 

 

*Imagen de portada: rogerebert.com 

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Alejandro Martínezcinecríticaimagenrealidadreflexión
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Sobre el autor

Alejandro Martínez Salinas

Practicante de la crítica bonsái de cine. Maestro de clases sobre los misterios de la pantalla cinematográfica. Pensador fiel de la filosofía de menos es más. Curador del pensamiento cinematográfico en dosis mensuales para cineclubes.

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