
Foto: Imagen cortesía de Michelle Lartigue
Hace unas cuantas semanas, el Estado fue sacudido por un caso de feminicidio: Mara Castillo, de 17 años, fue violada y asesinada por un conductor de Cabify. El caso sufrió una descalificación social enorme, tanto por mujeres como por hombres. Era casi imposible entrar a cualquier red social sin ver una opinión acerca de por qué a Mara le pasó lo que le pasó: si fue por zorra, si fue culpa del heteropatriarcado falocentrista, si fue por imprudente y provocativa, entre otras opiniones.
Ahora, el feminismo vuelve a hacer su presencia global ante el enjuiciamiento de Harvey Weinstein: miles de mujeres se han sumado a una campaña de activismo en redes sociales que consiste en poner únicamente #MeToo (#YoTambién), para tratar de concientizar a sus congéneres masculinos acerca de la gravedad y la frecuencia del acoso sexual.
La frecuencia de aparición de estas noticias es verdaderamente preocupante. A pesar de ello, pareciera que de manera unánime hemos decidido taparnos los ojos y no hablar de la relación entre el espacio público-género, la percepción masculina con respecto a lo femenino y la sororidad que debería de crear el feminismo. Este no es el caso de dos estudiantes de la Licenciatura en Artes de la UDEM: Kary Domínguez y Sara Medina.
A principios de este año, el dúo comenzó un proyecto de arte llamado La Carna Asada: en sus inicios, el evento suscitó críticas en círculos sociales cercanos a las estudiantes, hasta escalar a la crítica entre artistas de la región que no estaban de acuerdo con el proyecto. Debido a la polémica que habían creado, era necesario sentarse a comentar el origen y las particularidades del evento, para dar a conocer lo que verdaderamente es y no lo que se piensa que es.
¿Cómo surgió La Carna Asada y a cuáles necesidades atiende? Según cuentan, la idea surge por un taller donde las obligaron a hacer una sugerencia de proyecto que estuviera basada en la producción de otro compañero. Cuenta Sara que este proyecto surge a partir de esta consciencia de que el espacio público tiende a ser masculino. La Carna Asada comienza a gestarse a partir de un ejercicio de conciencia: cómo una actividad tradicionalmente femenina, cocinar, es reapropiada por hombres cuando se realiza en un espacio externo. Este evento busca examinar la relación que hay entre lo privado y lo público y la asignación de una función en cuanto al género.
Kary Domínguez da detalles acerca de sus proyectos pasados, cómo estos cuestionaban la relación entre el espacio y el género: tiene un proyecto llamado Me Da Miedo Pasar Por Aquí, que trata acerca de la visibilización de espacios públicos que generan miedo en las mujeres. En sus palabras, la finalidad de esta exposición es comunicar lo que siente una mujer cuando va caminando por la calle: Es caminar por la calle y decir –Ojalá no me violen hoy, ojalá no me acosen-. Puedes estar en San Pedro y puedes estar en una calle súper lujosa, e igual vas a sentir ese miedo. No es una cuestión de un contexto económico-social, es simplemente el espacio público. Con la trayectoria de Kary y la inquietud de Sara, es que se crea La Carna Asada: un evento que hereda el bagaje teórico y social de la primera, y nace por una simple pregunta de la segunda: ¿qué tal si hacemos femenino un ritual tradicionalmente masculino?
Este evento pretende convertirse en un safe space para las mujeres y para las personas no binarias: únicamente son los hombres cisgénero los que no están invitados a participar. El punto no es convertirse en un cadenero, coinciden ambas; no van a ponerse en la entrada para revisar rigurosamente quién entra y quién no. Esta especificación de público no es resultado de un feminismo resentido, sino es para formar una auténtica sororidad donde se permita cuestionar sus creencias, para no ser parte de una ideología monolítica donde las cosas deben ser así simplemente porque sí.
El propósito de este evento es formar un espacio donde se puedan suscitar distintas preguntas con respecto a lo femenino y se llegue a crear un espacio de convivencia sana. Añade Kary Domínguez que también, -el propósito- es compartir –perspectivas- como para decir –Sí, yo también he observado estas dinámicas, o me ha pasado esto-. Reúne a personas de muchos contextos, que igual se conocían o no. Son también muchas posturas; aún en el feminismo hay muchas posturas, se habla de feminismos. En una ocasión, teníamos a una persona que es lesbofeminista, hablando con una persona que practica más el feminismo interseccional, y otra radical. Todo es un punto de conversación muy amable, porque pues es una Carna Asada, no es un debate ni una clase. El punto es crear un espacio que propicie a otras conversaciones. Como propósito interno, queda claro de qué se trata el evento para aquellos que asisten. Pero también, agrega Sara Medina, es un evento cuya existencia es incomodar a la sociedad regiomontana e invitarlos a reconsiderar las carnes asadas: A la sociedad regia es a la que nos estamos dirigiendo al hacerle la pregunta de -¿qué pasa si un montón de morras nos ponemos a asar carne? ¿Te molesta eso? Sí. Esta es la declaración que hacen con respecto a aquellos excluidos del evento. Se trata de molestarlos para invitarlos a hacer una introspección.
¿Y por qué nombrarla Carna y no Carne? ¿Por qué, de todos los elementos que componen este evento este parece ser el que más molesta a la gente? Kary responde que les preguntan mucho eso, específicamente: ¿para qué hacerlo femenino?
No es simplemente para molestar a los “fanáticos” de la buena gramática, es específicamente para hacer una declaración. Kary agrega que lo femenino siempre es lo que es aparte. Lo masculino es una página en blanco a lo que se le pueden agregar otros significantes y lo femenino no puede ser otra cosa más que lo femenino. Entonces era un poco reapropiarnos un poco de esto. Era necesario hacerlo exageradamente femenino para lograr una subversión, ya que lo neutral está tradicionalmente más asociado con lo masculino.
A pesar de esta descripción del evento, es necesario aclarar que no se trata de un evento que promueve el activismo: esto es un happening. El dúo simplemente invita a las personas a unirse al evento, sin controlar los comportamientos de sus asistentes, mientras que realizan varios performances: en la segunda edición, procedieron a pintarse las uñas antes de prender el asador y dejar que la pintura se secara cuando por fin lo prendieron, en la tercera edición, el par invitó a las mujeres presentes a escribir sus experiencias de acoso para luego utilizar esos papeles para prender el carbón. Aparte de estos performances, se lleva a cabo un registro de todas las personas que participaron en para después encuadernarse. Están estos pequeños momentos que pueden o no ser performance como tal, pero son un agregado. También el punto de que no sea nosotros llegar y decirles- Miren, esto es lo correcto-. No entra en activismo, por eso: no es llegar a poner una postura, no es predicar nuestra postura, sino abrir un espacio, agrega Domínguez. Sara Medina comenta que el hecho de que ambas estudian artes le da un propósito distinto al evento: este hecho tiene la intención de convertirse en arte, de ahí viene y no de lo social, a pesar de que juega en lo social.
Finalmente, era necesario aclarar qué rama del feminismo es la que apoyan ambas artistas. Ambas coinciden en que apoyan al feminismo interseccional, promocionado por la autora Judith Butler y es esto lo que buscan lograr con su evento, pero que su postura no necesariamente debe de ser la predominante en el lugar. No es para predicar nuestra postura: de nuestra postura sale La Carna, pero no es lo único que puede haber en la Carna, establece Kary Domínguez.
La Carna Asada es un evento que nace a partir de una necesidad social: tras realizar un riguoroso análisis acerca de los comportamientos machistas en una sociedad misógina. Este evento es comenzar a tomar responsabilidad para poder cambiar la realidad. Este espacio de convivencia donde las mujeres se pueden sentir cómodas es necesario. Es relevante para un género que constantemente sufre amenazas, intimidaciones y agresiones: es un evento que invita a la sororidad sin caer en la utopía. Al ser asistente de las tres ediciones realizadas de este evento, debo decir que los objetivos de este ejercicio artístico y social logran cumplirse. El ambiente que se siente es distinto al de otras fiestas: es tremendamente evidente el estado de relajación en el que se encuentran las asistentes. La socialización es más fluida porque se parte de una misma base: estar en la Carna significa que tienes la disposición de escuchar nuevas ideas y conocer personas afines sin emitir juicios destructivos de ellas.
La Carna Asada no sólo se dice incluyente: verdaderamente lo es. Entre sus asistentes, he encontrado a chicas bisexuales, lesbianas e incluso a gente que es genderqueer: chicos trans y personas no binarias. Todos pueden convivir sin tenerle miedo a la discriminación. Este evento reúne a gente de distintas minorías y ellos logran integrarse entre sí debido a sus experiencias de exclusión; es por esto mismo que una réplica de La Carna Asada titulado El Carno Asado es ridículo y no se encuentra sustentado teóricamente, a diferencia de la primera. El Carno Asado consistió en que un grupo de hombres se juntó para asar carne y burlarse de La Carna: sin embargo, este evento que surge como crítica resulta ser únicamente una vuelta a lo tradicional debido a que la predominancia vuelve a ser masculina. No se plantea una subversión de roles. No se pretende generar un impacto, sino molestar.
Es por esto que hablar de La Carna Asada es hablar de un ejercicio bien planeado teóricamente y ejecutado de manera adecuada. El evento genera un impacto positivo entre las minorías a nivel social al facilitar la socialización; aparte, logra convertirse en un espacio seguro donde se puede pasar un buen rato sin preocupaciones.
*Imagen de portada: cortesía de Sara Medina y Kary Domínguez