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¿Cuál es la carencia de áreas verdes por habitante en la zona conurbada de Monterrey[1] ?
La extensión de esos espacios en las zonas urbanizadas del área conurbada de Monterrey es de 14 millones 368 mil 614 metros cuadrados; y la población que reside ahí es 4 millones 247 mil 184 personas.
A partir de ese comienzo, determinado con base en cálculos hechos con datos de los censos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2010, es posible tener un primer acercamiento a este ámbito, muy relevante por su implicación en el bienestar humano y de la vida silvestre.
Un antecedente importante es el estudio que sobre este tema realizó la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) para el Ayuntamiento de Monterrey en 2013, que ofrece referencias destacables.
Una de ellas es que las áreas verdes deben contar con elementos relevantes para otorgarles esa categoría. Además de contar con espacios arbolados o con vegetación, el estudio también considera criterios como que sean de acceso público, y posean infraestructura adecuada o suficiente para el disfrute.
Otra referencia de este documento que debe ser analizada establece la recomendación de que en las urbes exista como valor mínimo una superficie de 9 metros cuadrados por habitante, y como meta deseable, determinar un estándar óptimo es de 10 y 15 metros cuadrados por habitante.
Tabla 1. Valores en metros cuadrados de áreas verdes en la zona conurbada de Monterrey[2].
Población:
4;247,184 habitantes |
ESTÁNDARES DE ÁREAS VERDES (METROS CUADRADOS POR HABITANTE) | ||||
9
(Valor mínimo) |
10
(Valor óptimo 1) |
15
(Valor óptimo 2) |
Área actual existente | ||
Área en metros cuadrados | 38;224,656 | 42;471,840 | 63;707,760 | 14;368,614 |
Al considerar los valores de población y extensión de las áreas verdes en la zona metropolitana de Monterrey, para alcanzar el valor mínimo faltarían por desarrollar 23 millones 856 mil 042 metros de áreas verdes; es decir, existe un déficit de 62.43%.
Para un estándar óptimo se requerirían 28 millones 103 mil 226 metros, lo que representa un faltante estimado de 66.62%. Y en el caso de un segundo estándar ideal, se estima la necesidad de unos 49 millones 339 mil 146 metros cuadrados de áreas verdes, cuyo porcentaje ascendería a 77.5%.
Como se advierte, aún en los escenarios de mayor optimismo, la carencia de áreas verdes es muy alta.
La línea base de 14 millones 368 mil 614 metros, a pesar que podría pensarse inmensa, palidece ante las cifras requeridas para revertir el déficit.
Con los datos obtenidos del censo de 2010, se advierte que la zona conurbada de Monterrey está muy por debajo de los estándares mencionados, pues sólo hay tres metros cuadrados de áreas verdes por habitante.
¿Cuáles son las dimensiones del desafío?
Considerando los valores determinados a partir de la Tabla 1, las necesidades por revertir son inmensas.
Tomemos como referencia el Parque Lineal Río La Silla, espacio construido recientemente a las riberas del río del mismo nombre, en el municipio de Guadalupe. Su longitud estimada en 15 kilómetros, y la extensión de su área, calculada en 167 mil 223 metros cuadrados, permiten proyectar valores para darnos una idea de lo que se tendría que construir para trabajar en el déficit de áreas verdes.
Para alcanzar el ideal de nueve metros cuadrados de áreas verdes por habitante, habría que construir 142 parques con la extensión actual del parque lineal. En el escenario de los 10 metros cuadrados sería el equivalente a 168 parques; y si se optara por el valor de los 15 metros por habitante, la extensión de esa área sería similar a la de hasta 295 parques.
Por otra parte, en las actualizaciones recientes de los planes de desarrollo urbano municipales, el tema de las áreas verdes es marginal y en algunos casos no presentan cifras renovadas que permitan conocer el estado de ese tema.
En otros municipios, como Guadalupe, dichos planes presentan cifras que representan escenarios sobrevalorados. Aunque ese municipio tiene porciones de su territorio que presentan áreas verdes en condiciones idóneas, sus valores por habitante están lejos de los estándares favorables.
Ante esa circunstancia, la administración municipal vigente, en su documento rector del desarrollo urbano presentó como áreas verdes espacios que no corresponden a esa calidad, como los camellones o el Monumento Natural Cerro de la Silla (MNCS).
Valorando el primero, aunque puedan presentar árboles, estos no son accesibles a las personas. El tránsito constante de vehículos, muchos a velocidades altas, es un obstáculo que impide a la población poder disfrutar de un camellón.
En el caso del MNCS, tiene aspectos relevantes a considerar. Aunque es uno de los espacios naturales en la zona conurbada de Monterrey con valores extraordinarios de biodiversidad, y esto incluye de modo natural la vegetación asociada a las áreas verdes, no tiene las otras condiciones (infraestructura, o acceso público) que le darían a su condición de Área Natural Protegida (ANP) la de área verde. Son categorías de manejo totalmente diferentes, aunque ambas presenten innegables condiciones de beneficio para las poblaciones humanas.
La decisión del ayuntamiento de Guadalupe, donde incluyó a camellones y al MNCS como parte de las áreas verdes de ese municipio, es totalmente equivocada, y de resultados engañosos al diagnóstico de ese componente. Añade miles de metros cuadrados que no presentan las condiciones asociadas a esa categoría, y genera la percepción de un estado adecuado de las cosas, que no favorece acciones de manejo o administrativas que reviertan el déficit real y vigente.
Es urgente que los ayuntamientos, en sus actualizaciones de planes municipales, establezcan como prioritario el ámbito de las áreas verdes, especialmente considerando las carencias actuales y la prioridad que otorgan a la urbanización y a las constructoras o inmobiliarias.
Junto al tema de la conectividad entre las áreas verdes, es indispensable estar al tanto de su integridad. Hay que añadir a los indicadores de metros cuadrados por habitante, el diagnóstico del arbolado, y el de la condición de la infraestructura existente en esos sitios.
Si ambos factores presentan deterioro, disminuye el impacto positivo de contar con valores que cumplan con los estándares. Análisis actualizados de esos componentes son requeridos para planificar actuaciones efectivas de manejo y administrativas en este tema.
La conectividad entre las áreas verdes es un contexto que presenta condiciones ideales para consolidar el impacto favorable de los espacios que en la ciudad se tienen. La visualización espacial de las áreas verdes, vinculada con las vías que las comunican, permitirá definir cuales presentan condiciones excelentes para ser conectadas por calles completas o integrales. Esto significa que dos o más áreas verdes tendrían comunicación mediante vías que permitan el tránsito de peatones y vehículos, con el factor común de motivar el uso de dicha infraestructura no sólo para el tránsito cotidiano (de personas y vehículos), sino que ya se incluye la estimulación de usar y visitar las áreas verdes vinculadas.
Un caso que tiene posibilidades es la iniciativa del Arroyo Seco, en Monterrey. Se han propuesto e implementado (parcialmente) rehabilitaciones de ese cauce degradado ambientalmente, que incluyen infraestructura peatonal, buscando que sea un corredor que comunique con el sendero peatonal que se encuentra en el río La Silla, por Guadalupe. Al tiempo de concretar esta iniciativa, con un enfoque de conectividad, sin dudarlo, serán áreas verdes vinculadas, totalmente exitosas debido a la presencia de visitantes.
Un modelo más que debe ser replicado para la administración de las áreas verdes corresponde al ayuntamiento de Monterrey. El Parque Natural Río La Silla, al sur de esta ciudad, es un espacio de responsabilidad municipal.
La gestión de este sitio es de las más exitosas de la ciudad. Aquí se relacionan la participación de residentes del sector, el aporte de recursos económicos y personal para el cuidado de la zona, además de vigilancia que desalienta conductas delictivas.
Otro elemento, singular en su vigencia, corresponde a la incorporación de personas discapacitadas. En los años recientes, el ayuntamiento de Monterrey ha favorecido el trabajo de esas personas, quienes colaboran en las acciones de mantenimiento del parque, y en ello, visitantes se han adaptado al encargo de ese grupo, reconociendo de manera positiva el compromiso realizado.
En cualquier escenario, la realidad vigente es que faltan por establecer suficientes áreas verdes para la población. Revertir progresivamente este impacto negativo debe volverse una prioridad para las administraciones de todos los niveles de gobierno.
Los resultados, inobjetables todos, sustentan lo urgente de esa necesidad: espacios de convivencia para la población, desaliento de actos delictivos, contribución a la mejora en la calidad del aire, entre otros intangibles, serían la consecuencia natural de esa medida.
[1] Para la integración de la zona conurbada de Monterrey, incluyendo datos de población, se consideraron los municipios de Abasolo, Monterrey, Allende, Pesquería, Apodaca, Salinas Victoria, Cadereyta Jiménez, San Nicolás de los Garza, El Carmen, Santa Catarina, Ciénega de Flores, Santiago, García, San Pedro Garza García, Escobedo, Zuazua, Guadalupe, Juárez y Marín. Los valores de metros de área verde por habitante en cada municipio de los mencionados, y las cantidades requeridas para alcanzar los estándares definidos por la UANL, se encuentran en: http://www.mediafire.com/file/ffh5dtf7spqgxas/tabla_municipios.xlsx. El municipio de Escobedo no cuenta con información de áreas verdes en el censo del INEGI de 2010.
[2] La ciudad tiene, en su espacio conurbado, 4 millones 247 mil 184 personas; y para cada habitante de ese territorio, según indicadores, debe haber 9, 10 o 15 metros cuadrados de área verde por habitante. Lo que aparece en la tabla son los resultados de multiplicar la cantidad de habitantes por 9, 10 y 15.
*Imagen de portada: pixabay.com.