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Monterrey y los ríos

abril 20, 2018Deja un comentarioEcologíaBy Antonio Hernández

No hemos dejado de modificar a los ríos. En Monterrey, la ciudad ha crecido sobre centenares de cauces. Esas corrientes son, usando una comparación, como el sistema circulatorio de las personas. Así como en el humano venas o arterias son más que tuberías, en nuestra ciudad representan los espacios por donde fluye el agua, y entonces, son la red por donde transcurre la base de cualquier forma conocida de la vida.

 

“Cánticos de la lejana tierra”.

No solamente destruimos ríos. Nostálgicos de los “cánticos de la lejana tierra”, los reconstruimos como canales domesticados, en donde el agua se encuentra totalmente vigilada, sin posibilidades de ruina, y también, como efecto de ese control, sin pronósticos significativos de favorecer la vida, representada por ecosistemas y su biodiversidad compleja. Con estas valoraciones me refiero al canal de Santa Lucía, que recorre la parte centro oriente de Monterrey, como remedo de lo que originalmente existió en esa zona: un río natural, referente de la fundación de la ciudad.

 

Las representaciones espaciales, originadas debido a las posibilidades de la tecnología, cuya accesibilidad permite observar cualquier sitio del planeta, acredita predecir cómo fue el pasado. Con una breve navegación en internet, podemos conocer cómo era un territorio en el pasado reciente.

 

También se puede conocer por dónde fluía un río. Con un breve análisis, podemos determinar cuál era el trazo de algún cauce. Si usted observa el mapa en línea —anexo—, puede ver por dónde corría el río de Santa Lucía, desde su inicio en las partes bajas del Cerro de las Mitras, hasta su final, en el río Santa Catarina. Cuatrocientos años han transcurrido, y la tecnología ayuda a proyectar con detalle algunos aspectos de ese pasado.

 

Degradación actual.

Además de lo anterior, podemos hacer el diagnóstico de los tiempos vigentes. Una manera de verificar que Monterrey ha crecido con base en la destrucción de los ríos, es la angustia con que miles de personas padecen cualquier lluvia en la ciudad.

 

Una de sus funciones —ser desembocadura de las aguas superficiales— ha sido degradada por la urbanización, mediante la desaparición de sus estructuras naturales u originales. En lugar del fluir originario de las aguas sobre las superficies, ante la desaparición de los afluentes, la lluvia se mueve por calles o asentamientos humanos. El efecto destructivo, a varios niveles, es una de las consecuencias de esta modificación.

 

Este escenario, causado desde el origen histórico de Monterrey, fue una primera etapa de la urbanización de las tierras donde ahora todo es ciudad. La fase consecutiva sigue en marcha, motivada por la ganancia y el negocio, en muchas ocasiones con base en lo público.

 

Iniciativas del capital.

En el territorio donde ahora existe Monterrey, cada vez son menos los espacios que sean atractivos o con buena calidad de vida, y que sirvan para habilitar nuevos asentamientos humanos o infraestructura con fines comerciales.

 

Al paso del tiempo, el espacio disponible fue cubierto, quedando escasos territorios por urbanizar. Una reacción de las inmobiliarias o urbanizadores, aliados con quienes planifican el crecimiento urbano en los municipios, es una medida que llaman densificación.

 

En un espacio determinado se busca una densidad alta de habitantes, o la concentración de giros comerciales, lo cual se logra mediante un crecimiento vertical en un área cortamente delimitada. Aunque esto se ha señalado como un mecanismo para resolver problemas como el de la movilidad, es una solución poco equitativa, porque a causa de su costo, sólo es accesible para segmentos limitados de la población. Quien tenga capacidad económica insuficiente, seguirá habitando en las periferias de la ciudad, ajeno a las supuestas bondades de la densificación.

 

Bajo esa perspectiva, la ciudad seguirá creciendo (crecimiento, ante el deseable desarrollo), y se resuelve, desde la perspectiva del urbanizador, la carencia de espacio hacia dónde seguir construyendo.

 

Aún queda por resolver, de modo definitivo y sin oposición, el mecanismo para generar o usar nuevas áreas que mantengan vigente la tendencia urbanizadora que caracteriza a Monterrey.

 

Dentro del reducido universo que permita seguir urbanizando espacios en Monterrey, existe uno que a pesar de su invasión (mayoritariamente por espacios habitados), permanece aislado del impulso del capitalismo regiomontano, y éste corresponde a los ríos.

 

En estos cuerpos de agua, intermitentes la mayor parte del año, hay un territorio casi ideal para construir y ganar millones. Eso desde un razonamiento inmobiliario, porque evaluar esa posibilidad con una visión integral o de utilidad pública, descartaría total y definitivamente esa alternativa del urbanizador.

 

Construir en los ríos es inadmisible. Al sur de Monterrey, cientos de casas aledañas a las riberas del río La Silla fueron cubiertas por las aguas torrenciales causadas por la tormenta tropical “Alex”. Ese mismo meteoro causó la desaparición de toda la infraestructura recreativa que existía en el río Santa Catarina, previa al embate de esa lluvia catastrófica. El sufrimiento humano, en el primer caso, y el costo millonario de la reconstrucción, en el segundo, son contextos que consolidan el rechazo a volver a construir en un río.

 

Sin embargo, a pesar de la conclusión obtenida de la experiencia incuestionable, donde aprendimos que cualquier cosa que se construya al interior o cerca de un río siempre será destruida, los esfuerzos para repetir el desacierto continúan.

 

Los ejemplos se concentran en el río Santa Catarina. Van desde proponer un estadio monumental y nuevas instalaciones deportivas, o implementar la reconstrucción de ejes viales en el cauce.

 

Entre las iniciativas para urbanizar el río Santa Catarina, trasciende el “Corredor de Movilidad Sustentable Constitución Morones Prieto (CMSCMP)”. Este proyecto, creado durante el gobierno de Nuevo León correspondiente al periodo de Rodrigo Medina de la Cruz, fue una consultoría integrada como respuesta al caótico escenario en las dos avenidas que existen paralelas al río.

 

Como la totalidad de los documentos para planificar el desarrollo urbano en ese tiempo, tiene un enfoque que favorece la urbanización de espacios naturales, como es el caso del río Santa Catarina.

 

En ese proyecto, la “movilidad sustentable” es un pretexto noble para impulsar la construcción de obras en el río. Esto se confirma, porque el enfoque de la movilidad sostenible, que implica el uso compartido de ejes viales, con prioridad para quienes caminan, está ausente del documento. El peatón, como lo establecen reglamentos en la zona metropolitana de Monterrey, no es el protagonista de ese supuesto proyecto de movilidad.

 

La prioridad del CMSCMP es la urbanización en el río. De las 28 estrategias generales que comprende esa iniciativa, sólo dos corresponden a peatones —y cuatro para bicicletas—; el resto, a iniciativas de conservación o urbanización. Valorando esa síntesis, el peatón queda en la última de las prioridades en las estrategias, y son otras, como la urbanización, las que tienen un carácter primordial.

 

El papel de Samuel García, diputado local de Nuevo León, en este proyecto, es de tomarse en cuenta. Bajo las regulaciones de la Ley de Participación Ciudadana, impulsó que el CMSCMP sea votado en consulta durante las próximas elecciones en el estado.

 

Ante un proyecto que no responde a necesidades reales de utilidad pública, y sí a interés de urbanización y negocio, este personaje ha difundido masivamente la implementación de este macroproyecto, con un paso previo en la consulta de éste, que le daría un eventual apoyo masivo a su planteamiento general.

 

Esa obra debe ser rechazada porque no responde a necesidades bien delimitadas, afines al tema de ese proyecto, como el déficit de áreas verdes o la movilidad sostenible con prioridad en peatones.

 

Elementos verdes.

El rechazo también comprende aspectos de biodiversidad. La zona del río donde quiere habilitarse el CMSCMP, tiene valores naturales importantes.

 

Hay una diversidad notable de aves, las comunidades vegetales riparias están en un proceso vigente de recuperación (sucesión ecológica), y de modo reciente, se ha tenido evidencia por especialistas locales sobre la existencia de la especie Castor canadensis (Castor) en ese río.

 

Además, la Comisión Nacional para el Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio) ha establecido que el río Santa Catarina forma parte de una Región Hidrológica Prioritaria (RHP) llamada “Río Pesquería-San Juan.

 

En el río Santa Catarina existe otra categoría importante para la conservación de la biodiversidad. Ésta es la de “Sitios prioritarios acuáticos epicontinentales para la conservación de la biodiversidad”. De acuerdo con información de la Conabio, en el río hay ocho polígonos, que son fundamentales para la conservación de la biodiversidad acuática que contienen. Esto implica que deben dirigirse e implementarse esfuerzos de conservación, rehabilitación y manejo sostenible de los recursos y biodiversidad que ahí existen. Es decir, la urbanización que se impulsa en el CMSCMP quedaría al final de las prioridades.

 

Pronósticos adversos.

Ante las regulaciones que definen la administración y gestión de los ríos en México, el CMSCMP no puede ser implementado. Pero los pronósticos a mediano plazo no permiten que esa situación siga vigente.

 

La posibilidad de los obstáculos administrativos y técnicos que dificultan la implementación del CMSCMP, radica en dos escenarios.

 

El primero corresponde al Plan Hídrico Nuevo León 2050. Ese documento tiene como planteamientos garantizar la disponibilidad de agua en Monterrey para consumo humano y el uso industrial, así como la seguridad de la población durante lluvias catastróficas.

 

Si se concretan sus estrategias, en particular las que corresponden a la seguridad hídrica, las posibilidades de que urbanizaciones al interior o en la influencia de las riberas del río Santa Catarina sean destruidas durante huracanes o tormentas tropicales, disminuye.

 

La razón de ese desfavorable pronóstico deriva de la conjunción de los trabajos para la infiltración del agua en la cuenca alta del río. Al dirigirse al subsuelo el agua de las lluvias, es menor la cantidad que fluye por el cauce del río. Aunado a eso, el planteamiento del Plan incluye la construcción de dos presas rompepicos, junto con el aumento en la capacidad de retención de la que ya existe.

 

La combinación de la primera medida —infraestructura verde—, con la segunda —infraestructura gris— daría un resultado con escasísimas probabilidades de que vuelva a ocurrir el desbordamiento desastroso del río en una lluvia intensa, porque el agua que llegaría a la zona urbana de Monterrey sería mínima o dosificada.

 

Ante ello, las objeciones técnicas que determinan la destrucción de cualquier infraestructura en ríos palidecen.

 

Para entender cómo las barreras administrativas que actualmente tiene el CMSCMP pueden desaparecer, es necesario dejar de lado el contexto local.

 

La Ley de Aguas Nacionales, que con sus planteamientos vigentes no permite implementar la totalidad de las estrategias del CMSCMP, particularmente las que involucran urbanización en el cauce o sus zonas de influencia, está en vísperas de una eventual modificación.

 

Las iniciativas de cambio más conocidas, llamadas por el nombre de sus impulsores como Ley Korenfeld y Pichardo, desaparecen los obstáculos del CMSCMP. Privatización en la administración de las aguas, o el uso de los acuíferos en la fractura hidráulica, son algunos de los cambios que tiene la ley. Pero sobresale la modificación que permite construir en ríos, si se cuenta con un escenario que garantice que las obras no serán destruidas por el agua.

 

Con todos los escenarios expuestos, tendría que plantearse una oposición masiva a este proyecto, y a su impulsor, el diputado Samuel García. De no concretarse evitar la realización de la consulta pública del CMSCMP, por la posibilidad de que sea un acuerdo administrativo irreversible, la respuesta en la consulta tendría que ser un no.

 

Está claro que el impulso que ese representante de sabe quién, no responde a requerimientos de utilidad pública. El discurso que ha sostenido tiene tantas variaciones como el número de objeciones públicas que a esa obra se han hecho. En el último, ha dicho a los ambientalistas que no se preocupen, porque las obras no serán en el río, sino en las avenidas. Esto es muy diferente a su impulso inicial, de comunicaciones que definían la urbanización del río, y a lo que plantea el mismo proyecto.

 

Los ríos de Monterrey deben dejar de ser urbanizados. Por el contrario, son necesarios procesos de restauración, en donde ello sea posible. Y en los casos fuertes de urbanización, la rehabilitación debe ser el enfoque.

 

Esa es la verdadera causa de utilidad pública, y no el proyecto urbanizador del río Santa Catarina, impulsado públicamente por Samuel García, y anhelado por el capitalismo regiomontano.

 

Anexos.

1.- Mapa donde se observa el posible trazo del histórico río Santa Lucía, en Monterrey: https://drive.google.com/open?id=1sXk9xCnprI7-4OYeROvOqPK561atOZPd&usp=sharing

 

2.- Sitios prioritarios acuáticos epicontinentales para la conservación de la biodiversidad en el río Santa Catarina:

https://drive.google.com/open?id=1mqSvAVxDgKUrO-YBUcS8jz_A-FkPO9Tm&usp=sharing

 

3.- Corrientes de agua en la zona metropolitana de Monterrey, para observar cuáles han sido invadidas por urbanización:

https://drive.google.com/open?id=1pqhYTx5UqMmRhN1dFBPg4sEeqlY&usp=sharing

 

4.- Distribución potencial de castor canadensis en el Área Natural Protegida, con categoría de Parque Lineal “Río Santa Catarina:

https://drive.google.com/open?id=1eI5hbK_738to_hjRvvDsvHtu9OwbpGpa&usp=sharing

 

 

*Imágenes: Antonio Hernández.

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Sobre el autor

Antonio Hernández

Biólogo, con actividades en conservación de ecosistemas, desarrollo urbano, movilidad sostenible, radio comunitaria, y proyectos educativos con estudiantes de altas capacidades académicas.

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