Las primeras grandes civilizaciones de la historia, se formaron cerca de ríos o del mar. Desde Mesopotamia hasta Roma, los grandes cuerpos de agua son fundamentales para el surgimiento de la cultura. Para el desarrollo de Monterrey, el agua fue también un elemento crucial; según el acta de fundación, la ciudad se erige frente a un monte grande y ojos de agua que llaman de Santa Lucía1 que en su momento, le dieron vida al asentamiento que iniciaba a finales del siglo XVII. Las primeras casas fueron disponiéndose a su alrededor y hacia el sur, llegaron incluso a cruzar el río Santa Catarina que a medida que la ciudad se iba dispersando, fue dándole forma.
Pero el agua no sólo puede dar vida, y forma. El río Santa Catarina, aunque callado la mayor parte del año, ha marcado algunas de las más grandes catástrofes de la ciudad: la inundación de 1909, las inundaciones de 1933, el huracán Gilberto en 1988 y el huracán Alex hace ocho años en 2010, cuando la zona metropolitana se vio vulnerada por la falta de alternativas a sus avenidas aledañas y al auto particular. Esta herida tardó años en cerrarse, vimos cómo la fuerza de la naturaleza puede llevarse todo a su paso; hubiéramos creído que estábamos preparados, pero ni con la presa rompepicos pudimos detener el curso de la historia. Hoy, que Monterrey cicatriza lo que fue el Alex, también olvida lo que puede suceder en un futuro con otro huracán, cualquiera que pueda ser su nombre. Si bien en 2010 teníamos instalada en el río infraestructura de más, la destrucción es directamente proporcional, así que poner cualquier cosa en el río, sería tomar un riesgo que no vale la pena asumir.

Retar a la naturaleza por nuestra falta de memoria podría cobrarnos un precio muy alto. Foto cortesía de Omar Moreno.
El río ha sido refugio para la flora y la fauna que día con día pierde más espacio en nuestra ciudad. La vegetación crece a sus anchas y las especies animales resurgen a la vista de todas las personas que pasan, generalmente a alta velocidad, por su lecho. Ha sido refugio para todos los desplazados, animales, plantas y personas migrantes que a su paso por Monterrey, buscan un lugar seguro y discreto donde pasar algunos días en lo que vuelven a juntar fuerzas para continuar su camino. Estas personas, invisibilizadas por no tener la misma nacionalidad que la mayoría, han hecho del río su guarida, su espacio de encuentro.

Grafiti en bajopuente del río Santa Catarina.
En este sentido, el Taller Nuevo Norte busca: “Ayudar, por un lado: colaborando, construyendo, escuchando y visibilizando una realidad que nos parece ajena, aunque es paralela a nuestra vida. Y por otro, exigir a las instituciones del Estado y los gobiernos locales que asuman los riesgos y responsabilidades que adquieren las casas de migrantes, asociaciones civiles y otros agentes que con agendas especificas cubren los vacíos legales y humanitarios que no quieren ofrecer o no pueden ofrecer los instrumentos institucionales en rubros como las identidades binacionales, salud, violencia o la movilidad (humanitaria).” (Extracto de su manifiesto).
Este año se realizó una edición en Monterrey donde se hizo una intervención para informarles y ubicarles en la ciudad, para que pudieran tener acceso a las casas de migrantes y puntos de asistencia que les acompañan en su camino; también se siguen tejiendo gorros para el frío que pasan cuando viajan en el tren y se tuvo contacto con ellos y ellas para saber cuál es su visión de esta ciudad, de su destino y de su origen. Me parece que es un tema que podría explorarse más seriamente a nivel local, tanto por la urgencia de decidir sobre el río, que en parte es uno de sus albergues, como por la emergencia humanitaria que representa, en la mayoría de los casos, su desplazamiento forzado.

Ejemplo de intervenciones de Taller Nuevo Norte en el río Santa Catarina.
El río Santa Catarina se puede resignificar, se puede ver como el gran ecosistema que se pudo recuperar, pero considerando a todas las especies, la humana también. Cegarse a la presencia de las personas que ahí viven y sólo hablar de la fauna y la flora, o del potencial para la movilidad o del potencial incluso turístico, es una omisión que no podemos permitir; quienes migran, aunque no voten, también tienen derechos y voz.
Hoy estamos frente a una ventana de oportunidad, limitada, pero a final de cuentas una oportunidad. Este primero de julio, la Comisión Estatal Electoral estará gastando 50 millones de pesos2 en preguntarnos si queremos casetas de primeros auxilios en parques y si queremos un corredor de movilidad sustentable en las orillas del río3. Hay varios conceptos pendientes por definir; no se estipula a qué proyecto se hace referencia o si en realidad existe —a final de cuentas estaremos decidiendo sobre el curso natural de algo que no nos pertenece— porque la parte entre paréntesis de la pregunta “(que puede incluir el uso recreativo y deportivo)” no especifica si se seguirá limitando a las avenidas y a los tramos municipales. No soy la primera en decirlo y seguramente tampoco seré la última, pero hay que dejar al río ser río. Usarlo de táctica política, además de poner en duda los escrúpulos de quien lo hace, vulnera los recursos naturales al hacerlos presa fácil de cualquiera que los busque explotar, justificándose a través de una consulta que no especifica los límites de las orillas.

Preguntas de la Consulta Popular en Nuevo León.
La mayoría de las personas sí necesita un proyecto de movilidad sustentable, pero no a costa de la seguridad de sus familias, del pulmón metropolitano que nos ha dado la oportunidad de volver a albergar a tantas especies que desplazamos en años anteriores. Morones Prieto y Constitución, las avenidas aledañas, son carreteras a alta velocidad que dividen barrios y ciudades enteras por su falta de accesibilidad, exceden en su capacidad y en las dimensiones de sus carriles, y que con una simple redistribución, además de hacer el entorno más seguro vialmente, consigue el espacio necesario para ese corredor que queremos. Los senderos que se tenían antes del huracán persisten en una buena parte, sólo es cuestión de adecuar los cruces y los accesos a este espacio natural, pero con fines contemplativos, sin concesiones y sin privatizaciones.

Se debe analizar una redistribución de las vialidades alrededor del río Santa Catarina y respetar lo que la naturaleza ha recuperado en los últimos ocho años.
Con el presupuesto de la consulta, se podría hacer el proyecto con sus estudios costo-beneficio, de factibilidad y de impacto ambiental; o bien, con esos millones se completarían casi 50 kilómetros de ciclovía, u 8.3 kilómetros lineales de banquetas de cuatro metros de ancho. ¿En realidad debemos hacer una pregunta de ese tipo con ese despliegue de recursos, o no es suficientemente evidente que hacen falta alternativas de movilidad en la ciudad? Los últimos años, la metrópoli ha visto surgir una gran cantidad de proyectos que tienen como principal usuario al auto particular, sin justificaciones técnicas y muchas veces sin transparencia en el ejercicio de los recursos; hemos visto la inauguración de grandes obras viales que a los pocos años vuelven a saturarse sin haber resuelto el problema de movilidad que podría solucionarse si se tratara desde otra perspectiva.

Un gran valor para la metrópoli es la existencia de un lugar natural que podría limitarse a lo contemplativo, sin modificaciones ni invasiones que vulneren su integridad.
Me encantaría pensar que responder “Sí” en la Consulta Popular le abrirá las puertas a un proyecto que una a las diferentes zonas de la ciudad y que por fin ofrezca realmente una alternativa de movilidad para que tantas personas que circulan como únicos pasajeros en sus vehículos, dejen de ocupar su espacio público en estar atorados en el congestionamiento, pero compromete a los futuros alcaldes que aún no elegimos a un proyecto que no han puesto en sus agendas y para el cual necesitan aún gestionar los recursos municipales, estatales o federales correspondientes. Si trienio tras trienio no cumplen lo que prometen, ¿quién garantiza que van a cumplir con la gestión de este proyecto? Hay veces que me gusta ser optimista pero definitivamente, el ser realista debiera ser un requisito fundamental antes de decidir cómo gastar 50 millones en preguntar algo evidente.
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1 Carta de Fundación de Monterrey.
2 http://quesirvan.mx/blog/consulta-popular-nuevo-leon-quesirvan/
3 https://www.ceenl.mx/consulta/img/dise%C3%B1o%20anuncio%20revista%20EQUIDAD.png