No todo fue adverso en la consulta popular del río Santa Catarina. A partir de ese absurdo, suscitado por el entonces diputado Samuel García, fueron más visibles las manifestaciones en torno a la conservación de esa corriente de agua. Las expresiones se mantienen, con diálogos públicos, producciones visuales, campañas de limpieza, o intenciones de mantener la movilización, con la promoción de gestiones para definir de manera más colectiva el destino del río.
Los ríos, durante el pasado reciente, fueron modificados al extremo. Eran vistos como elementos naturales incompatibles con el desarrollo o crecimiento de todas las ciudades. Por esa visión, es que existen numerosos cauces canalizados, entubados o invadidos.
Las manifestaciones visibles que buscan determinar otros destinos para el río, diferentes al de urbanización invasiva que se impulsan desde los poderes político y económico, son indispensables, porque hasta hoy, las planificaciones vigentes visualizadas desde los tres niveles de gobierno, en alianzas con empresas, como la trasnacional FEMSA, son las que prevalecen sobre iniciativas colectivas.
Los planes de urbanización invasiva para el río ya no son recientes. Hace diez años que fue publicada la declaratoria como Área Natural Protegida (ANP) para el río Santa Catarina, con categoría de Parque Lineal. Contrario a lo que podría pensarse cuando un espacio natural es declarado protegido por el gobierno de Nuevo León, hay antecedentes de que tras esa medida administrativa vienen planes de urbanización.
Los ejemplos son las declaratorias de ANP para la Sierra de la Silla, buscando construir dos túneles en esa montaña; el Parque Urbano en La Pastora, que permitió imponer el estadio de los Rayados en esa zona natural; o el campo del golf en el ANP “Cerro La Mota”.
Bajo esa manipulación del mecanismo de ANP para la administración y manejo de la biodiversidad, es que debemos entender la declaratoria de protección para el río. Por la evaluación de las reglas administrativas de la propuesta de plan de manejo, sabremos que contienen apertura para proyectos turísticos al interior del río Santa Catarina. Con esa regulación generalista, propuestas de estadios, canchas, ciclovías, o vías de acceso a infraestructura de ese tipo, podrían ser implementadas en el cauce.
El enfoque amplio para impulsar la urbanización en la zona urbana del río Santa Catarina está en el Plan Hídrico Nuevo León 2050, y en su equivalente, desarrollado por “The Nature Conservancy”, llamado Plan de Seguridad Hídrica.
En ambos casos, con fines de garantizar la persistencia de las fuentes de agua para Monterrey, y prevenir efectos destructivos en esta ciudad durante lluvias catastróficas, fueron determinadas medidas que favorecen indirectamente el interés urbanizador.
La construcción de presas rompepicos, con su función de retención y dosificación de corrientes causadas por lluvias intensas, fue uno de los mecanismos detonadores de la urbanización en localidades rurales del Parque Nacional Cumbres de Monterrey, por la creación de ejes viales que permiten transitar hacia ese tipo de infraestructuras. La combinación de ese elemento, junto con los trabajos de restauración ecológica en la parte alta de la cuenca del río, garantizan en el mediano plazo la prevención del efecto destructivo de los meteoros ruinosos.
El resultado de ese plan son aguas domesticadas en el lecho del río, fluyendo tranquilas, desprovistas de su efecto destructivo. Con ese trastoque extremo del ciclo del agua, cualquier tipo de urbanización en el río tendría posibilidades bajas de ser destruida en eventos parecidos al huracán Alex.
Esos mecanismos, donde se usan objetivos de utilidad pública para promover urbanizaciones en el lecho del río, son también los que se proponen, desde una discutible perspectiva ecosistémica, en el Plan Maestro del Corredor Integral de Movilidad Sustentable. Constitución-Morones Prieto, justificación de Samuel García para su promoción en tiempos electorales.
La oposición general mostrada a la iniciativa de consulta popular para impulsar el supuesto corredor de movilidad en el río es un indicador de posibilidades triunfantes. Un camino potencial es revertir o modificar el estado actual de regulación para el río. En ese contexto, se requiere la actualización del programa de manejo del Parque Lineal Río Santa Catarina, donde se contemple la reducción al mínimo de las reglas que favorecen proyectos turísticos en el lecho del río, y planificar mecanismos viables para la restauración o rehabilitación de ecosistemas o espacios urbanizados.
Las amenazas al río no conciernen meramente a la urbanización. Desde la exploración y explotación de hidrocarburos, se abre otro escenario riesgoso a la integridad de este cauce. El territorio final, donde sus aguas se unen a las del San Juan, se ubica al interior de bloques que contienen hidrocarburos que pueden ser explotados con la técnica no convencional, o fracking.
Con las reglas publicadas este año, donde la Comisión Nacional del Agua autoriza el uso de las aguas continentales y del mar en los trabajos de fracking; aunado a los antecedentes recientes, que muestran el uso de las aguas del río San Juan durante la vigencia de los pozos exploratorios “Nerita” y “Tangram 1”, la posibilidad de que las aguas superficiales del Santa Catarina sean requeridas en esos aprovechamientos es real.
En esos contextos referidos, será la organización de grupos civiles un elemento que genere resistencia o equilibrios a los intereses urbanizadores del río vigentes. En esta posibilidad, el rechazo general a la propuesta de consulta pública sobre la urbanización en el río tuvo un efecto detonante de esa movilización. El siguiente camino debe ser la consolidación de esa naciente organización civil.
*Imágenes de Antonio Hernández.