
Imagen: Ilustración de Edward Kinsella y dirección de arte de Jordan Awan para The New Yorker, en www.commarts.com.
Para captar la naturaleza es preciso disfrazarla antes de artificio. Es preciso ir hacia lo verdadero a través de lo falso.
El hombre verdadero no puede ser delimitado más que en el momento del cambio de vestidos.
Eric Rohmer, Le Petit théâtre de Jean Renoir
Claire y Solange, cuando Madame no está, ponen en escena su amor y odio a la ausente. Claire interpreta a Madame y Solange a Claire. Llevan a cabo un ritual en el que representan al otro y a sí mismas, intentando, en cada una de estas puestas en escena, asesinar a su Madame. Tras haber fracasado Solange anteriormente, no pudiendo estrangularla mientras dormía, por cobardía y porque reconoció que “Respiraba. Dulcemente. Hinchaba las sábanas. Era la señora.”; lo planean en sus juegos de cambio de roles, aunque el reloj ―que les anuncia que deben parar y regresar los objetos que les sirven para crear el lapsus imaginario a su lugar de origen― las detiene. Debido a los preparativos no lo logran. El último intento lo hacen al final de la obra, pero es un fracaso también: han liberado a Monsieur de la cárcel ―Claire había escrito cartas difamatorias de un falso robo perpetuado por el mismo, para hacer sufrir a su Madame― y ya no puede beber su infusión envenenada de la noche porque Madame sale a buscarlo.
Lucien Goldmann, en El teatro de Jean Genet, afirma que la única manera de ponerle fin a la dominación es por medio de la violencia, del crimen, pero uno de naturaleza particular: “Como los valores que los hombres no pueden encontrar, en su esencia por así decirlo pura y platónica, en la realidad, pueden ser realizados por los dominados en la imaginación y sólo en la imaginación”. El fin de la puesta en escena de sus juegos de ser el otro, les permitió desenmascarar la esencia de los dominados como de los dominadores, los valores que constituyen a ambos. En el plano de su imaginación, llegan las sirvientas a expulsar y superar dichos valores.
El último intento, ahora sí, de las hermanas sirvientas, es el que nos ocupa: la realización del crimen, de asesinar a Madame, lo hacen en uno de sus rituales de juegos de rol. Claire interpreta a Madame bebiendo la infusión ―servida en el servicio de gala― acostada en la cama de la última, “cruzadas las manos como si llevara esposas”. Es importante ese momento no sólo porque reivindica los intentos anteriores, sino porque así, en palabras de Claire, serán “guapas, libres y alegres”; Solange de esa forma asumirá la existencia de las dos, a pesar de ser posiblemente encarcelada cuando se descubra todo.
En el ensayo que le dedica Sartre a Las sirvientas de Genet, que aparece en su Saint Genet, comediante y mártir, señala que el ejercicio teatral de Genet es demoníaco en el sentido de que “la apariencia, sin cesar a punto de hacerse pasar por realidad, debe revelar su irrealidad profunda”; de manera que la aparición de lo imaginario expresado en su ritual de asesinar a Madame, las sirvientas Claire y Solange trastornan “los convencionalismos sociales”, baten la falsedad de las formas que constituyen a su Madame y de las que ella ha hecho de sus sirvientas. La experiencia del crimen imaginario así cobraría su sentido: en el acto psíquico del ritual de ser Madame y asesinarla por parte de Solange como si fuese Claire, se manifiesta una identidad libre de las ataduras de la actuación prolongadas por la constante dominación, con la presencia de Madame; es cuando no está que, como ejercicio catártico, bajo la máscara de otro personaje, se asesina a ésta. Además, la comprensión del Mal en Genet que, para Sartre consiste en que “el Bien no es más que ilusión, el Mal es una Nada que se produce a sí misma sobre las ruinas del Bien”. Esa experiencia del crimen es lo que se propone examinar este texto.
Habría que continuar por el tipo de odio y, a su vez, amor, que las sirvientas expresan a la figura de Madame. Para Goldmann, que subtituló su trabajo sobre el teatro de Genet como un estudio sociológico, el odio de las sirvientas a Madame es fundamentalmente un odio amoroso “por la fascinación que los dominadores ejercen sobre los dominados a partir de la imposibilidad de estos últimos para vencerlos”. De carácter dividido es la manera en la que Genet construye el universo poético de Las sirvientas con una clara intención. Madame, que no puede ser asesinada por distintas razones en la vida real y Monsieur que, incluso acusándolo de robo y encarcelado, queda libre posteriormente, denotan su superioridad, la imposibilidad de ser vencidos, pero viviendo “en la mentira y la palabrería”, en una farsa, en la superficialidad y en lo inauténtico. Las mismas palabras que utiliza Claire cuando representa a Madame en la puesta en escena (Claire. “Huías de Francia. Partías con él hacia la Isla del Diablo, o la Guyana. ¡Un bello sueño!”), son usadas por Madame en la realidad cuando comenta que acompañaría a Monsieur por la Guyana, incluso por Siberia, en caso de ser culpable por el robo (Madame. “[…] al menos a través de esta historia imbécil, he llegado a tomar conciencia de los lazos que me unen a él”).
A pesar de ser insuperable y poderosa, Madame “no es más que una marioneta”; transpone y vive en lo imaginario, lo que la misma Madame debería ser. Las sirvientas, sin embargo, son auténticas e intensifican su vida cuando odian y aman a sus amos: orgullosas de cómo las degradan y a su vez se rebelan ante ello. Por eso lo único auténtico “es la realización imaginaria de la fascinación y del odio, en el ritual que las criadas reanudan cada noche”.
El momento anterior a que las sirvientas lleven a cabo la realización del asesinato de Madame mediante el ritual, ésta les regala un vestido y sus pieles a cada una de ellas, pero se retira, en su interés afanoso por encontrarse con Monsieur afuera, con las mismas pieles que había obsequiado. Solange, entonces, sabedora de que al regresar sus amos la policía descubrirá de dónde provienen las cartas, afirma lo siguiente: el principio de la invitación a llevar a cabo el crimen y la necesidad de las unas con la otra para ser: Solange. “¿No crees que vamos a seguir así? Acongojadas. […] No viste tú cómo ella centelleaba. Su manera de andar en la escalera. Su manera de andar triunfante. Su felicidad atroz. Toda su alegría está hecha de nuestra vergüenza”. Claire le dice a Solange que será culpable del crimen más espantoso, pero Solange, siguiendo los argumentos anteriores, concibe que no puede acusárseles de “un crimen preciso”. Claire recuerda que tienen que ahorrarse los prolegómenos para por fin terminar con la vergüenza y humillaciones. Una serie de insultos y provocaciones se dicen una a otra, siendo Claire su Madame y Solange, siendo Claire.
Los discursos siguientes expresan el triunfo humano y psicológico de las sirvientas ante Madame: Claire. “Me estremezco. Siento un escalofrío de placer. Claire, ¡voy a relinchar de alegría!”; Solange: “Ahora somos las señoritas Solange Lemercier. La acusada Lemercier. La Lemercier. La famosa criminal”. Después de beber la infusión y durante el ritual, las sirvientas lograr habitar realmente en la apariencia, debido a que y en cuanto que Madame habita aparentemente la realidad. Goldmann señala la importancia del momento y de la obra en general de Genet: “Sólo el arte y la apariencia pueden constituir la compensación estética de una realidad engañosa e insuficiente”. Describir el ser caricaturesco de Madame ante la rebelión imaginaria de las sirvientas.
Sartre nos recuerda en su ensayo sobre Las sirvientas que Genet requería que la obra fuese actuada por hombres y que un anuncio en el teatro le recordara a los espectadores dicha situación. De manera que “radicalizara la apariencia”, para buscar el ser a través de ella. Para el filósofo francés la experiencia del crimen, el Mal, sería que estos trucos de las apariencias y de las puestas en escena nos hicieran concluir que “El ser se ha revelado no-ser y con ello el no-ser se convierte en ser”. Lo que las sirvientas buscan con la experiencia del crimen es el “sabor de nada que les deja”. Caen las máscaras.
*Imagen de portada: International Progress Organization, en http://i-p-o.org/genet.htm.