Recuerdo haber comenzado el año con una cierta incertidumbre del camino que retomaría el cine en el futuro. Salvo algunas obras que me conmovieron y marcaron como El hilo fantasma de P. T. Anderson, el 2017 me dejó con la espera de un mejor futuro para el cine. Cada día que platico con mis alumnos, futuros cineastas, hablo de los filmes que dejan huella, de las películas que nos llevan a cuestionarnos nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos, producciones que nos sumergen en la incertidumbre de lo sagrado. Filmes como La región salvaje, La libertad del diablo, Rostros y lugares, Hasta los dientes, La casa lobo, Roma, son obras que nos hablan de la vigencia del cine, que nos permiten asomarnos a realidades que nos deben asolar(nos), que nos deben permitir (nos) acercarnos a la verdad a través de la imagen fílmica, como lo quisieron esos evangelizadores del cine que fueron André Bazin y Robert Bresson.
Al escribir sobre estas películas no busco un resumen de lo mejor del año, sino reflexionar sobre la posibilidad que nos da el cine de enfrentarnos a la verdad, ya sea a través de la alegoría ficcional o a través del documental, en 35 cuadros por segundo.
La casa lobo o el cine como lienzo del inconsciente
Punto y aparte representa La casa lobo (2018), producción chilena dirigida por Joaquín Cociña y Cristóbal León, que invita a sumergirnos en una oscura fábula en torno a lo perecedero del espacio. Todo en esta animación stop motion tiene un sentido —las voces que escuchamos y que llevan a un estado de hipnosis plena—.
La casa lobo está hecha a partir de paredes que se convierten en lienzos, objetos que se vuelven lienzos, sombras que se vuelven lienzos. Nuestros ojos ven el nacimiento y muerte de cada momento de la historia, cada fragmento que es construido y después borrado. Lejos de evitar mostrar la factura los directores, pareciera que quieren mostrarle al espectador cada hilo, cada pedazo de muñeco que se desintegra y se convierte en otra cosa.
Como en los filmes de Jan Svankmajer (Etcetera (1967), Fausto (1994) o Los conspiradores del placer (1996) entre otros, la fábula sirve como elemento surreal que sumerge al espectador en un mundo lleno de formas y sugerencias. En La casa lobo vemos cómo la propia pintura que se desintegra expande una historia, cómo cada fragmento de tiempo real y cada movimiento son parte de un discurso. Un discurso donde el espectador mira al mismo tiempo cómo los objetos hablan y hablan un lenguaje del inconsciente.
Roma o el cine poliédrico
En Roma, Alfonso Cuarón apuesta por un filme poliédrico, y no porque haya varias voces narrativas (que las hay) sino que apuesta por hacer un filme que nos da diferentes lecturas y enfoques críticos. La riqueza del filme está en el tono emocional con que logra captar los diferentes temas. Cada texto podría enfocarse en diferentes momentos de la película. El sonido que nos recuerda una ciudad en proceso, la ausencia de la figura paterna, la relación intertextual con el neorrealismo italiano, la representación del mundo de las trabajadoras del hogar, la vida de los grupos indígenas en las ciudades. En Roma cada una de estas líneas de fuga abren caminos para la reflexión.
Es importante pensar Roma a través de cada plano, del tono emocional que logra con los planos generales con que (se) construye. En ellos vemos ese mundo que quiso retratar y donde la ausencia es una constante. En los planos de la casa se puede destacar la ausencia de la figura paterna y la presencia de la mujer como eje de la mirada.
Roma va construyéndose poco a poco, de ahí que su ritmo parezca lento, sin embargo, ese mismo ritmo es el que marca el camino narrativo del filme hacía cierto tono neorrealista. El cine neorrealista y en especial Roberto Rosellini, buscaba mostrar la cotidianeidad como el espacio donde se daba la trascendencia de la realidad. Cada momento de vida que se nos muestra en Roma está lleno de esos pequeños pedazos de trascendencia que cimientan nuestras vidas, Cuarón recuerda esos mismos momentos fundacionales de su infancia y hace que nosotros como espectadores recordemos esos instantes, nuestras madres, las ausencias, los sonidos, las películas. Roma es una película de recuerdos, de miradas al pasado que se reflejan en el presente. Un presente donde Roma tiene mucho qué decir.
Hasta los dientes y La libertad del diablo o el cine como política del dolor
Algunos filmes son como disparos de brutal honestidad directo a la psique, otros son disparos de realidad que no dejan al espectador indiferente ante su realidad. Filmes incómodos, pero no por sus brutales imágenes, sino por sus brutales realidades.
La libertad del diablo de Everardo González y Hasta los dientes de Alberto Arnaut son dos de esos filmes que nos sumergen como espectador en sus brutales realidades.
Ambos filmes son parte de un retablo del dolor que se vive día a día en el México contemporáneo. Películas donde no solamente nos muestran a víctimas de la realidad, sino que también le habla a las víctimas que somos todos.
Cierre a manera de aturdimiento
Lo anterior son solamente algunas ideas preliminares sobre aquellas películas que dejaron una huella importante en la cinematografía contemporánea, ya sea nacional o internacional. Algunas pueden tener alcances más locales, otras ser parábolas universales que hablen del conflicto de ser humano, pero ante todo son filmes que para citar a Pink Floyd, nos dejan confortablemente aturdidos.
El cine debe ser aquello de nos deja aturdidos, que no nos deja indiferentes ante las imágenes, que nos hace ver en nosotros, que nos hace enfrentarnos a la realidad, que nos hace entrar en acción ante una realidad que nos tiene dormidos. El cine nos debe poner a pensar, nos debe confrontar ante nuestro pasado siempre presente (Roma), ante nuestro presente siempre tan presente (La libertad del diablo-Hasta los dientes), ante las realidades del subconsciente que nos hablan desde el terror de la infancia, de la fábula del lobo como reflejo del hombre, del hombre como lobo del hombre.
El cine, como decía sobre Roma, es poliédrico, nos permite ver múltiples aristas de la realidad, que siempre está ahí presente, pero que a veces necesitamos ver con otros ojos a través del espejo que es la imagen cinematográfica.
*Imagen de portada: The National Archives UK, en www.flickr.com | Imagen interior: © León & Cociña, en www.imdb.com