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La cartógrafa de Bloomsbury. Código Postal W1T 6LQ, 29 Fitzroy Square, Londres

mayo 15, 20192 ComentariosArtículos, Portada CulturaBy Ingrid Hernández

Imagen cortesía de la autora.

 

(Segunda parte)

Entrar al barrio de Bloomsbury es llegar al código de Woolf. Caminarlo es encontrar los pasos de cada uno de los miembros del grupo de Bloomsbury. Recorrer las plazas devuelve al caminante el sonido de sus conversaciones. Así, las casas y las plazas cuentan historias, juntas al unísono, otras por sí solas.

 

Gordon Sq. es una de las plazas que ha brillado en cuadros pintados por Vanessa y Duncan en su entrega por plasmar su vida diaria. Todo aquel que ha visitado Londres y ha caminado por el barrio de Bloomsbury para visitar el Museo Británico o la Biblioteca de la Casa del Senado, ha pasado por aquí, por el legado de la intelectualidad postvictoriana: el legado de Bloomsbury.

 

Los miembros del grupo de Bloomsbury se mudaban de casa por situaciones de vida más que por finalizar un contrato de vivienda. Thoby, el hermano mayor de Vanessa y Virginia muere en 1906 a la edad de 26 años de una tifoidea que contrajo en Grecia durante unas vacaciones. Tras este acontecimiento, Vanessa decide casarse con Clive Bell, crítico de arte y parte del grupo. El nuevo matrimonio se queda viviendo en 46 Gordon Sq. mientras que Virginia (todavía Stephan) y Adrian, el hermano menor con el que no se llevaba bien, dando espacio a la pareja, se mudan a 29 FitzroySq., solo a unas cuantas cuadras de su primer domicilio en Bloomsbury. Para Virginia, separarse de su hermana y comenzar una nueva vida la llevaba a hacerse cargo de ella misma por primera vez.

 

Las casas construidas alrededor de Fitzroy Sq. se pensaron para albergar a familias aristocráticas. Sin embargo, estas casas han dado alojamiento a diversos artistas famosos, escritores y estadistas, entre ellos, del grupo de Bloomsbury, a Duncan Grant, Roger Fry, Maynard Keynes y Virginia Woolf, la cual, al ocupar la residencia número 29, se sintió cautivada y escribió: “Todas las luces en la plaza están encendidas, se torna gris plateado; hay hermosas mujeres jóvenes que aún juegan tenis en el césped”. Y así, comenzó su vida en esta casa en donde viviría por cuatro años.

 

Llena de aire libre, Virginia se adueñó del segundo piso en donde lograba moverse con libertad llenando sus habitaciones, ahora propias, con libros que a su vez acumulaban polvo y humo de cigarrillo. Decoró las habitaciones a su gusto con alfombras verdes y cortinas moradas. Era así como marcaba su territorio y comenzaba a escuchar su propia voz. Para Woolf, 1910 fue el año en el que el “carácter humano cambió” (Human character changed), término a partir del cual Woolf explora el modernismo. Catorce años después, en su famoso ensayo titulado Mr. Bennett and Mrs. Brown, Woolf escribe sobre la llegada del modernismo, en donde plasma su famosa observación: “En o alrededor de diciembre de 1910, el carácter humano cambió” (esta fecha se refiere a la exposición en Londres de Manet y los postimpresionistas organizada por Roger Fry, habitante de Fitzroy Square). Este cambio en el carácter humano causó un efecto dominó: “Todas las relaciones humanas han cambiado, aquellas entre amos y sirvientes, esposos y esposas, padres y niños. Y cuando las relaciones humanas cambian, hay al mismo tiempo un cambio en la religión, la conducta, la política y la literatura”[1].Enfatizaba en que, si el carácter humano cambiaba, la novela debía cambiar. El cambio no era repentino o definitivo, pero era claro que, para ella, el cambio era evidente. Así que desde 1910, merodeando el segundo piso de 29 Fitzroy Sq. Virginia Woolf ya anticipaba las avenidas que definirían la modernidad. He aquí, quizá, el gran paso hacia su pensamiento feminista.

 

Las tertulias de los jueves continuaban. Ahora Virginia y Adrian eran los anfitriones de un espacio en el que se seguía discutiendo hasta altas horas de la madrugada sobre arte, la vida, los “chismes del barrio” y en donde se seguía tomando café después de las diez de la noche. Sin embargo, para Virginia, a veces resultaba irritante el ruido de las fiestas e inclusive las discusiones hasta altas horas de la madrugada, cuando al final, lo que siempre anhelaba era una larga caminata por Londres.

 

Así, y con el tiempo pasando entre tertulias, caminatas y la simplicidad de la vida, Fitzroy Sq. se convertía en otra de las tantas plazas en Bloomsbury en donde el alma y el ser del grupo seguía forjando su fuerte lazo de hermandad y complicidad. Duncan Grant vivió en el número 22, Roger Fry fundó los Omega Workshops (talleres) en el número 33. Fry hizo de esos talleres un laboratorio de ideas innovadoras en materia de artes decorativas partiendo de la frescura y la espontaneidad. En su tienda del número 33 de Fitzroy Square podían adquirirse alfombras, biombos, muebles, bolsas, todo con ese estilo característico de Bloomsbury.

 

El tiempo pasaba atado a los años y cada uno tomaría un rumbo distinto. Virginia y Adrian se cansaron de la mala convivencia. Así que, sin abandonar el barrio de Bloomsbury, en 1911 se mudaron a una casa más grande, en 38 Brunswick Square, con el propósito de convertirla en una casa comunal compartiéndola con amigos. El 9 de noviembre de 1911 Woolf escribe a Lady Ottoline Morrell que vivir así “es mucho más agradable…más tranquilo, inclusive hay un cementerio detrás. Vamos a probar todo tipo de experimentos”. Todos buscaban aire, simplicidad, luz y una complicidad que se retroalimentaba por el elitismo, el ateísmo y la sátira.

 

Cartografiar los pasos de Bloomsbury en Fitzroy Sq. lleva un principio clave en el ser del grupo. Los Omega Workshops marcan una tendencia en la innovación artística y en la manera de sentir la vida, incorporando el arte a sus diseños. Virginia Woolf cincela su paso en donde “el carácter humano cambió” hacia la modernidad. Quiero pensar que, a partir de esta nueva percepción del mundo, Virginia caminaba Londres de manera distinta.

 

Fitzroy Sq. guardará el gusto y el orgullo de haber albergado ideas y principios que navegan el círculo de la modernidad.

 

Seguir reconfigurando cada casa y cada plaza en donde se respiró la cadencia de Bloomsbury es labor de la cartógrafa de Bloomsbury.

*Como dato informativo: George Bernard Shaw también vivió en el No. 29 de Fitzroy Square. Vivió aquí [AR3] con su madre desde 1887 hasta 1898, cuando contrajo matrimonio.

 

**La primera parte de esta serie apareció en marzo de 2019.

 

[1]British Library Archives https://www.bl.uk/collection-items/mr-bennett-and-mrs-brown-by-virginia-woolf

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BloomsburyciudadIngrid HernándezliteraturaLondres
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Sobre el autor

Ingrid Hernández

Doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y la Universidad de Londres. Trabajo organizando las áreas de comunicación y la radio de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey. Relato y cartografío mis viajes en libretas. Amante del grupo de Bloomsbury, de Virginia Woolf y de caminar Londres incesantemente. Novela en camino.

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2 Comentarios
  1. Responder
    mayo 26, 2019 at 1:13 pm
    Ana Laura Santamaría

    Gracias a la autora por este recorrido a través de las calles de Londres, nuestra mirada se enriquece con las historias de los Bloomsbury ¡Ya estamos a la espera de caminar por la siguiente plaza!

  2. Responder
    mayo 20, 2019 at 8:22 am
    Leticia Flores

    Muy interesante este artículo. Quisiera saber cuál es la continuación del relato.

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