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El movimiento feminista y la lucha de clases: “el tarifazo”

junio 20, 2019Deja un comentarioFeminismos, Portada SuplementosBy Colectivo Polifonías

Kari Olivares.

El color verde y morado lo veo cada vez en más mujeres de la región. Las feministas son más visibles en este lado del país, y eso es innegable desde la marcha del 8 de marzo cuando muchas marcharon contra la violencia que sufren, a favor del aborto, por todas las injusticias que viven a diario las mujeres en México.

Sin embargo, lo que me ha sorprendido es que la lucha feminista estuvo presente en la lucha de clases. Esa lucha en la que como trabajadores debemos defendernos. Pero es la primera vez que veo, al menos en Monterrey, que ellas se unieron abiertamente a esta causa.

Me refiero a la marcha que organizó la Asamblea Feminista contra “el tarifazo”, aquel inconveniente que ha cesado, aunque sea de manera temporal, pero que causó muchas dificultades en nuestra movilidad. En esa problemática, donde parecía que los únicos ciudadanos conscientes de lo que sucedía era el colectivo Únete Pueblo, con Rocío Montalvo como su vocera.

Aquella concentración no se organizó solo para presentar la furia de estas mujeres y el pueblo en general por el posible, casi seguro, aumento; sino que pareció ser por la violencia específica que se ejerce hacia ellas por el simple hecho de ser mujeres.

Para darme a entender, debo explicar que hay por lo menos tres puntos que exhibieron en su discurso de ese día que respaldan mi creencia sobre esta marcha: 1) La Asamblea Feminista se unió a esta causa después de la agresión física que sufrió Rocío Montalvo, 2) La mayor dependencia que tienen las mujeres hacia el transporte público por cuestiones económicas y 3) La manera en que la estructura de los camiones está pensada directamente en hombres, heterosexuales y hábiles.

En primer lugar, la postura que refiero sobre la agresión de Rocío Montalvo y su compañera fue el motivo principal por la cual las feministas se sumaron a esta causa. Y creo que es necesario mencionar que encuentro dos motivos que causaron enojo en las organizadoras: que la vocera fue agredida porque interfería personalmente en intereses monetarios de los empresarios y/o gobierno y que dos mujeres fueron agredidas de manera física, independientemente de la causa.

Recordemos que Rocío fue el blanco perfecto para acallar al pueblo porque el colectivo Únete Pueblo fue el que organizó marchas contra “el tarifazo”, además de concentraciones de la sociedad civil fuera del Congreso del Estado de Nuevo León; eran quienes nos mantenían al tanto sobre las decisiones y juntas entre transportistas y gobierno. A final de cuentas, gracias a este colectivo se impidió, por ahora, la injusticia que se reflejaría en nuestros bolsillos.

La portavoz del colectivo Únete Pueblo fue la persona más expuesta al gobierno y los transportistas. Y ella fue quien recibió esta represión física simplemente para callarla y poder hacer el aumento sin que nadie más haga un alboroto por ello. Gracias a su convicción, ella no se calló.

 

Kari Olivares.

Frente a esta agresión las palabras exactas de las protestantes en su comunicado fueron: “Condenamos enérgicamente la agresión hacía Rocío Montalvo y otra compañera del colectivo Únete Pueblo, que sufrieron a manos de hombres desconocidos. El trabajo hecho durante todo este tiempo por parte de ellas en contra del aumento del transporte, en favor de la transparencia y el precio justo en las tarifas del transporte no debe convertirlas en objetivo de represión”.

El evento del que hablamos ocurrió justo unos días después de que fuera anunciada la agresión hacia Rocío. Anterior a ello, las mujeres que apoyaban al colectivo en esta lucha contra “el tarifazo” no llevaban pañuelos verdes o morados, ni usaron brillos en el rostro. Esto me llevó a la conclusión de que la sororidad que las mujeres desearon mostrar hacia ella y su compañera después de ser agredidas fue lo que las impulsó a unirse abiertamente, al menos esa fue la coyuntura que tuvieron para gritar la reprobación de violencia de los hombres hacia las mujeres.

Pero, aunque esta fue su motivación inicial, hubo un discurso de conciencia de clase. Al menos esto se notó durante el discurso, la concentración y la marcha, pero no es la misma que tiene un hombre perteneciente a la clase proletaria, ni la que lleva un pensamiento meramente marxista. Me parece que durante el evento se desató una conciencia que compete específicamente a las mujeres. Más bien, el reconocimiento de la doble afectación que sufrirían las mujeres con estos aumentos, debido a que nosotras como usuarias tenemos una “mayor dependencia del transporte público por razones económicas”, según expusieron.

Que las mujeres dependan económicamente de un hombre por falta de estudios, tiempo y apoyo no es algo nuevo. Como país tercermundista sabemos que la pobreza cada vez se extiende más en la población y, si los hombres son afectados con esta escasez, las mujeres que deben depender de ellos mucho más. Incluso aquellas que pueden tener un trabajo, la mayoría, no tiene los puestos ni el salario que tiene un hombre. La desigualdad laboral está más presente en aquellas mujeres en situación de pobreza.

También fuimos mayormente vulneradas por los paros que hicieron los transportistas en las mañanas y en las noches. Las feministas ante esto reprobaron “el abuso de poder por parte de los empresarios transportistas utilizando el control y manipulación de diferentes rutas cortando su servicio en horas cruciales para la seguridad de las mujeres que necesitan llegar seguras a sus destinos, vulnerando así nuestro derecho a una vida libre de violencia”.

A mi parecer, ellas, quienes se presentaron a esta causa, llevaron en sí un pensamiento del papel que como mujeres toman en la sociedad de la que, se supone, somos parte. Digo se supone porque aunque se trate de la mitad de la población somos marginadas y nuestras necesidades específicas y nuestros derechos humanos, como el derecho a una vida digna y libre de violencia, son ignorados. No solo por la sociedad sino principalmente por el gobierno estatal y federal.

Recordemos por ejemplo el vano intento de implementar en Monterrey el llamado “vagón rosa” del metro. En sus horarios no es respetado, se suben más hombres a este vagón que mujeres y la seguridad correspondiente no hace nada al respecto para mantener lo que suponía darnos mayor seguridad. Sin embargo, el acoso en el metro sigue exactamente igual desde que se implementó.

Y esto nos lleva al tercer punto expuesto: los camiones de ruta, y todo el transporte público, está pensado en “hombres, heterosexuales y hábiles”, Esto de hecho se liga con el punto anterior, ya que al ser pensados los transportes específicamente para este tipo de usuarios, las mujeres, incluso algunos hombres y los y las niñas son expuestas y/o vulneradas al utilizar el transporte público.

Somos expuestas diariamente ante el acoso o el peligro de violencia sexual cada vez que accedemos a este servicio. En el comunicado ellas dijeron: “como mujeres, somos conscientes de que las necesidades y preocupaciones sobre nuestra movilidad han sido ignoradas. ONU Mujeres, en su último informe, evidencia que 91.6% de las usuarias del transporte público en cinco municipios del área metropolitana ha padecido algún tipo de agresión sexual, se nos vulnera de manera constante y obscena”. Como ya dije, el vano intento de implementar el “vagón rosa”, por ejemplo, ahora la problemática es simplemente ignorada.

Los y las niñas son vulneradas de la misma manera, ya que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México tiene el primer lugar de abuso sexual y violencia infantil. De la misma manera en que las mujeres son acosadas diariamente, las niñas y los niños menores de edad sufren lo mismo pero de manera más discreta.

Las terceras personas excluidas con este servicio son todas aquellas que tienen alguna discapacidad física. Las personas con esta característica que intentan viajar en autobús de ruta no tienen ayuda especializada para acceder, ni los espacios son cómodos para ellas, los asientos que son reservados a estas personas son pocos y no son respetados.

Por último, el hecho de que la estructura por la que nos regimos sea heterosexual, creo yo, genera la violencia de género que se permite a los y las usuarias. Esto no solo a las mujeres, sino también a aquellas personas parte de la comunidad LGBT.

Por estos motivos, las reflexiones y exigencias presentadas por las mujeres de la Asamblea Feminista en la marcha contra “el tarifazo” me parecen acertadas si se piensan desde la posición en la que se encuentran la mayoría de las mujeres, o las personas que no estamos incluidas en esta estructura; todas las personas alienadas en su propio contexto.

Lo que presencié ese día, las palabras expuestas por aquellas individuas repletas de brillos y con pañuelos y pancartas, me hizo concluir que las feministas se sumaron a la causa del colectivo Únete Pueblo en muestra de sororidad a Rocío Montalvo, para demostrarle apoyo tras ser agredida. También por la vulneración de las mujeres al aumentar los precios del transporte público y al parar el funcionamiento de este en horas que expusieron la seguridad de las mujeres. Por último, porque hay una conciencia sobre el mundo al que las mujeres son sujetas, y la injusticia que viven, vivimos, no solo las mujeres, sino toda aquella persona que no se identifica con el usuario para el que el transporte público de Monterrey, y el mundo, fue pensado.

Veo a las mujeres comprometidas a realizar un gran cambio en toda la estructuración social, cultural y material. Donde las mujeres seamos un agente fundamental para conformar una sociedad justa no solo para nosotras, sino para todas las personas que han sido marginadas en un mundo estructurado específicamente para hombres, heterosexuales, hábiles, y yo agregaría, blancos y burgueses.

 

Carolina Cervantes

Monterrey, 1996. Estudiante de Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UANL. Estudiante de poesía. Relación pasional con poemas y literatura cubana del siglo XX. Feminista inclinada a la decolonialidad.

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Colectivo Polifonías surge desde la pluralidad de voces e ideas de compañeras de la carrera de Letras de la UANL; lo autogestionan estudiantes comprometidas con el diálogo y debates en torno a los feminismos y estudios de género.

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