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Una nueva oportunidad para la animación mexicana

enero 19, 2020Deja un comentarioEnsayo, Portada CulturaBy Mayté Ramírez Guerrero
Foto: Especial

La animación es uno de los géneros fílmicos más complicados y bellos. Valiéndose de licencias poéticas que el cine tradicional con actores no suele aplicar, y de un trabajo de producción distinto, permite la expresión de una creatividad sin límites, y nos brinda la oportunidad de explorar como niños todo lo que se esconde en nuestras mentes. Desde sus inicios ha implicado un nivel de trabajo más exigente que otros géneros, y hoy en día, con cada avance tecnológico se va refinando y va siendo, hasta cierto punto, más realista. La atención a los pequeños detalles, la calidad de los bocetos y los dibujos, la riqueza en la escritura de guiones, hace que el estilo de las películas animadas sea cada vez mejor, con un impacto visual mucho más fuerte.

En México está conformándose una nueva generación de cineastas animados, quienes, a pesar del panorama desfavorable, luchan para realizar proyectos de alta calidad que pongan en alto al cine nacional. Porque la animación en particular es un género muy maltratado en el país, con poca inversión para las casas productoras nacionales y poco rendimiento al momento de estrenar sus producciones.

Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a producciones mexicanas de mala calidad y de pobre contenido. Tenemos películas que dan más bien vergüenza, solo funcionan como parodias y no se comparan con las producciones extranjeras más serias. Sin embargo, ya no somos la misma audiencia de hace años que se conformaba con cualquier cosa; hemos vuelto a ser ese México de la Época de Oro, hambriento de un entretenimiento de calidad y bien hecho. Los jóvenes, tanto creadores como consumidores, esperamos tener un buen producto final, algo que se pueda mostrar con orgullo, que denote todo el trabajo y esfuerzo invertido para volver a estar en la escena del arte.

Esto es lo que están evitando –de modo instintivo, muchas veces- los jóvenes realizadores y adaptadores […]. Esta nueva corriente –que se opone diametralmente a los designios del cine plasta- habla siempre a un público pensante. No importa el género o el estilo o incluso la poca o mucha calidad lograda, pero el común denominador de esta renovada remesa de productos fílmicos es que en ellos hay inteligencia y la conciencia de que el destinatario final del mismo, ese enorme sector de jóvenes de que he venido hablando, es un sector formado por personas de criterio y un nivel pensante elevado. (Sánchez, s.f)

Pero el lado oscuro de la moneda son la infinidad de obstáculos que se les presentan a los pequeños productores o a quienes van comenzando, desde la falta de inversionistas y los problemas típicos derivados de la creación de proyectos más

ambiciosos, hasta las peleas legales por similitud de ideas originales, como fue el caso de Coco y Día de muertos, siendo esta última un proyecto totalmente mexicano con más de 10 años en producción, que se vio afectada tanto en su estreno, publicidad y ventas en taquilla, por Coco, una cinta producida por el monstro de la industria, Disney. Si bien el drama se vio acrecentado porque ambas cintas tocan el tema del 2 de noviembre, Día de muertos dio su brazo a torcer retrasando su estreno, el cual, al final, no causó el mismo revuelo que el de Coco. Estodeja mucho qué pensar sobre la impresión que tenemos los propios mexicanos sobre las realizaciones nacionales. La animación mexicana atraviesa muchos problemas en su estado de producción. Además de verse constantemente ignorada, relegada a segundo plano y opacada por producciones más grandes.

Con todas las trastabilladas por las que ha pasado el cine animado mexicano, hoy en día existen talentos increíbles que buscan formar parte de plataformas más grandes.

Problemas como estos son constantes en la cinematografía mexicana, no son exclusivos de los proyectos animados. Los artistas deben de tratar sus propuestas con más cuidado y buscar sus propias oportunidades.

Con todo, la animación y su producción cinematográfica tienen muchos años en México. En 1896 se efectuó la primera función de cine en el país y en 1907 se presentó el primer cortometraje animado. Aunque no hay una fecha exacta, fue alrededor de los años 30 cuando se realizó la primera producción animada en México. Podemos mencionar nombres como el de Salvador Pruneda, quien comenzó como caricaturista y luego emprendió un proyecto de animación sobre la historieta Don Catarino y su apreciable familia; sin embargo, dejó la obra inconclusa.       

También podemos nombrar a Alfonso Vergara, quien reuniendo a artistas como Roberto Marín, Jorge Aguilar y Leopoldo Zea fundó producciones AVA. Ellos en 1935 estrenaron Paco Perico, aunque también atravesaron problemas económicos, viéndose en la necesidad de cerrar y luego volver con su proyecto, cambiando el nombre a AVA-Color. Volvieron con producciones como Los cinco cabritos, El jarabe tapatío, El tesoro de Moctezuma y Una noche de la posada, reapareciendo su primer personaje Paco Perico en esta última.

No podemos olvidar a Santiago Richi, quien colaboró con artistas estadounidenses y con Mario Moreno “Cantinflas”, y en 1943 estrenaron Me voy de cacería, dando a la animación mexicana más difusión y mostrando que estaban haciendo proyectos interesantes, aunque por desgracia la compañía decayó por los problemas que se presentaron en Estados Unidos a causa de la Segunda Guerra Mundial.

Otro personaje que vale la pena destacar es Fernando Ruiz, egresado de la Universidad Iberoamericana y después también de la Universidad de California, quien comenzó el proyecto de “Producciones Omega”. En 1961 realizó una película de comedia muy ambiciosa junto a Germán Valdez “Tin tan” y María Esquivel, El duende y yo, una cinta que combinó la animación con la actuación. Ruiz tenía experiencia trabajando con Disney y fue pionero en la hibridación de técnicas animadas y acción real.

Años más adelante, en los 2000 se dio otro gran momento para la animación mexicana. Con más avance tecnológico y un público más maduro, los creadores de contenido se dieron la libertad de trabajar en producciones para el cine animado como Magos y Gigantes o en la televisión con series como El chavo del Ocho para Televisa. Con la exposición más segura, las productoras de animaciones mexicanas se aventuraron a seguir con proyectos cada vez más ambiciosos.

Un ejemplo muy claro es Una película de Huevos (2006) de los Hermanos Rivas, película que estoy segura marcó la infancia de muchos. La producción de esta película fue peleada, pues en un principio no se tenía el dinero para comenzar. Se buscaron medios para dar a conocer el proyecto y tiempo después se volvió a hacer la propuesta. La segunda vez fue rechazada por la calidad de guion, se le tachó de demasiado grosero para un público infantil. Televisa dio el visto bueno después de otro intento y la película de los Hermanos Rivas vio la luz. Terminó siendo una película de referencia para toda una generación y un alarde más del talento mexicano, porque resulta imposible no encariñarse con los personajes y sentir la película cercana. Los huevos rellenos de confeti, Toto como protagonista, incluso las ratas de la alcantarilla crean una comedia llena de alegría y plagada de mexicanismos que tiene a todos encantados.

Con todas las trastabilladas por las que ha pasado el cine animado mexicano, hoy en día existen talentos increíbles que buscan formar parte de plataformas más grandes..

Con todas las trastabilladas por las que ha pasado el cine animado mexicano, hoy en día existen talentos increíbles que buscan formar parte de plataformas más grandes. Sabemos de animadores que trabajan con Netflix o que sus películas han alcanzado más de lo que se piensa. Tenemos directores como Guillermo del Toro que impulsan la creación de más material artístico mexicano y que promueve su exposición en el Festival de Cine en Guadalajara; Karla Castañeda, colaboradora de Del Toro, con su cortometraje Jacinta, o La noria, ganador del Ariel en 2013; Sofía Carrillo, egresada de la Universidad de Guadalajara, especializada en Stop Motion, ganadora de premios como el Ariel y al Mejor Cortometraje de Animación en el noveno FCIM, con PritaNoire;Jorge Gutiérrez, quien colabora con Nickelodeon y actualmente con Netflix, con proyectos como El tigre: Las aventuras de Manny Rivera, The Book of Life y Maya and theThree.

Otro grande, Ricardo Arnaiz, dueño y fundador de ANIMEX, escritor y director oriundo de Monterrey, establecido en Puebla con su especialización en animación tanto para cine como para televisión. Con títulos como La leyenda de la Nahuala (2007), Selección Canina (2015), La Revolución de Juan Escopeta (2010) y Nikte (2009), una larga carrera y variedad de premios, se sostiene como una promesa del cine animado nacional. Destaca por el énfasis que le otorga a las leyendas mexicanas y el respeto que tiene por sus raíces, lo que fortalece la sensación de cercanía con su público al trabajar las animaciones con respeto y finura.

Creo que lo que necesita el cine mexicano es más inversión y atención. Si preguntas por la calle, muchos no saben decir si han visto o no producciones animadas nacionales, pero además existe una cantidad de películas extranjeras con colaboradores mexicanos que no suelen mencionarse, que seguramente la gran mayoría de los espectadores no están conscientes de que el producto que consumen es también mexicano. Solo falta apoyar el talento que tenemos en el país, conocer a los cineastas y artistas detrás de las películas que vemos.

El cine mexicano existe, y si se habla sobre su inexistencia en algunos medios es porque se busca desviar la mirada del espectador con un mínimo de exigencias. Es notorio, por poner un ejemplo, el poco interés de las revistas por promover la crítica y la discusión sobre cine, y de las instituciones culturales por crear unos canales más amplios de esas polémicas. Un síntoma aterrador: sólo tres revistas de cine en un país de 81 millones de habitantes, y, además, una de ellas, Intolerancia, no se puede vender en la librería de la Cineteca Nacional (o sea, su lugar natural). (Espinasa, 1986)

El cine mexicano es más que malas comedias, está lleno de grandes películas con referencias claras a nuestra cultura. Creo que el ejemplo más claro es la animación, ya que no tiene las limitaciones a las que se enfrentaron los proyectos de acción real. En mi perspectiva, la animación es la puerta a una nueva época en la que el cine mexicano resalta. Solo falta apoyo económico y creer en esos proyectos de pequeñas empresas. Nos merecemos la oportunidad de ampliar los horizontes y explorar todo el campo que la animación nos abre.  Por lo tanto, es momento de olvidar las comedias producidas por las grandes televisoras o la imagen de unos pocos mexicanos en el extranjero, y trabajar dentro del país.

En esta nueva generación de creadores hay mucho talento y muchas cosas que decir, no es solamente un capricho sentarse a dibujar, es una forma extensa y compleja de expresar lo que está sucediendo actualmente. Es un puente entre el pasado y el futuro. Es la manera perfecta de sacar a relucir ese toque mexicano y picarón que tienen las producciones nacionales. Pero este cambio no va a ser rápido, aunque ya tiene varios años en proceso, va a tardar un poco más, especialmente en el norte del país. Por el momento, basta con que se conozca sobre el trabajo que se está haciendo dentro y fuera el país para mejorar la calidad del cine (animado o no). Solo queda apoyar los proyectos que sí logren ver la luz, para finalmente volver a tomar una buena posición en el cine internacional.

Bibliografía

Ángeles, Eric. (2013) Historia de la animación mexicana. https://vinoglauco.wordpress.com/2013/06/24/historia-de-la-animacion-mexicana/

Espinasa, José María, (1986) EL cine mexicano hoy. Tomado de la revista La orquesta, vol. I, núm, 2, México, julio-agosto.

Francisco Sánchez,Cine mexicano contemporáneo. Recuperado de: https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/1722/199179P237.pdf;jsessionid=5082361649027AAC2711DF140A44F7C5?sequence=2

Rodríguez Bermúdez, Manuel (2007). Animación: una perspectiva desde México. México: CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos); Universidad Nacional Autónoma de México, 236 p. check

Aurrecoechea, Juan Manuel (2004). El episodio perdido. Historia del cine mexicano de animación. México: Cineteca Nacional

García Barbara (2019) Nueve directores de animación mexicanos que tienes que conocer. Recuperado de: https://mas-mexico.com.mx/nueve-directores-de-animacion-mexicanos-que-tienes-que-conocer/

 

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