
Una pisada más firme se percibe en Vaquero del mediodía, filme del periodista y escritor Diego Enrique Osorno, quien ha seguido por el camino del documental con resultados cada vez más sólidos.
Osorno, cuya visión periodística ha atinado a encontrar la nota dentro de una situación aparentemente intrascendente (ejemplo de esto es La muñeca tetona), tuvo en Vaquero del mediodía un tema mucho más dúctil que cualquier otro con que haya trabajado antes. No digo fácil, pues la cercanía es tanta que, al tiempo que puede intervenir un alud de cuestiones sentimentales, contaba con tanta información que la selección puede haber sido difícil.
El tema es Noyola, leyenda que cuenta décadas pero parece un hecho reciente: su estampa, su temperamento, su talento y sus hazañas que han ido de boca en boca, tornándolo una experiencia extraordinaria que sólo algunos vivieron o vieron; y por supuesto, el atractivo de lo enigmático que supone en el gusto de las generaciones de escritores que no lo conocieron.
Y Noyola, según el mismo Osorno acepta, tiene un peso sentimental en su vida y formación de periodista. A diferencia de otros trabajos, la dirección es totalmente suya, y eso queda claro al ver la cinta, que tiene un tono tan personal, para bien y para mal. Vaquero del mediodía representa para Osorno la búsqueda de un amigo, y también, el homenaje a un espíritu admirado.
Samuel Noyola es el poeta que encarna todos los encantos del poeta: no sólo tenía las actitudes de un personaje extraordinario, sino también una obra de gran valor. El prestigio de Noyola como poeta lo respalda el cenáculo del mayor cacique cultural del país: el grupo de la revista Vuelta. Con el impulso admirativo de Octavio Paz, Noyola llegó a ese grupo, fue colaborador y editado por ellos. La imagen se acrecienta: la figura de Paz arropándolo le da un brillo más profundo; por otra parte, la obra (Tequila con calavera) ahí está: vitalizándose con la visita de nuevos lectores. Después de mucho desvarío, viviendo prácticamente en la indigencia, desaparece, se le pierde toda huella.
¿Qué pasó con Noyola?, las suposiciones han ido rodando por los años y manoseadas como moneda que va de mano a mano: se atrincheró en un hotel sin dinero para pagar el cuarto, vivió con Octavio Paz, es un vagabundo que rueda por alguna colonia regia o chilanga, o bien: ha muerto, quizá ejecutado por alguien como es tan natural en los tiempos que corren. Osorno lo busca, y la filmación de esa búsqueda se desdobla en dos aristas: la búsqueda a través de quienes lo conocieron; la otra, la búsqueda a través de profesionales, más específica.
Esto le da al director la oportunidad de tratar otros temas relacionados con el poeta. A través de quienes lo conocieron, rehace los pasos de su formación y escritura. A través de la otra búsqueda (por medio de las autoridades y detectives particulares), avanza en especulaciones que nutren la imagen enigmática de Noyola, realiza una evocación personal e inspirada de su relación con la figura del poeta y, aunque sea de manera tangencial, se refiere a la situación de la seguridad pública en el país.
Aunque muchos de los que aparecen en su documental son conocidos suyos, debe destacarse un trabajo verdaderamente periodístico, el cual no sólo es reunión de material sino la ordenación coherente de tan extenso material. Uno tiene la impresión de que debe haber pasado buen tiempo revisando, valorando, casi como un editor periodístico que redacta un reportaje de fondo. Pero la obra es más que un reportaje, o mejor dicho, no es un trabajo por encargo: en su construcción, debe haber resultado difícil quitar la paja (decidir qué es paja). A ratos uno tiene la impresión de que ciertos momentos eran innecesarios, pero eso es análisis de una posible relectura.
Después del fade in final, queda la sensación de una obra lograda, redondez que habrá de sopesarse en futuras lecturas. Osorno creó una obra que revela la autenticidad de Noyola, su genio, pero con un tono tan personal y bien dirigido, que Vaquero del mediodía no se reduce a una mera evocación, o recuento de datos, es una exploración por la vida de un poeta que termina por ser verdaderamente poética.