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Voces, huracanes y otras peripecias

abril 27, 2020Deja un comentarioArtículosBy Alexis Ayala
La literatura no reconoce ninguna ley, ninguna norma, ningún valor. La literatura, como lo demoníaco, sólo se define negativamente, pronunciando una y otra vez su non serviam. Tratando, desde luego, de la condición humana, y de la acción humana, ofrece tanto lo hermoso como lo monstruoso, tanto lo justo como lo injusto, tanto lo virtuoso como lo perverso.
Jorge Larrosa

 

Las historias que motivan a ir más allá de lo acostumbrado, a perseguir los rastros que va dejando en cada lector, a investigar su génesis y entender sus conceptos y figuras, son aquellas que plasman, construyen y proliferan la pasión por la literatura. Hay textos que en la vida del lector pasan desapercibidos, pero hay otros que te sacuden con fuerza y retuercen lo que alguna vez estuvo ordenado. Que cómodo sería regodearse con el conformismo dado por géneros, estilos y formas que pueden encontrarse en la paraliteratura, cuando el cuestionamiento de saber qué hay cruzando las montañas ha llevado a muchos a conocer el paraíso.

 

 

Perturbación

Temporada de huracanes nos cuenta las historias que hay dentro y en la periferia de La Matosa, un pueblo carroñero que se localiza en el estado de Veracruz, y a su vez nos presenta una muestra de la historia del pueblo mismo. El libro comienza con el descubrimiento del cuerpo de la que llaman bruja tirado en un canal de riego, éste hallazgo revela una leyenda que nace cerca de los años sesenta o setenta y que describe los orígenes de este personaje y su llegada a la vida de los lugareños. Sin embargo, la leyenda se va tornando cada vez más miserable y lúgubre y es entonces cuando se revela el lado más oculto del ser humano motivado por el sentimiento puro del amor que cruza en la línea de lo obsesivo.

 

Temporada de huracanes, publicado en 2017 por la editorial Penguin Random House en el sello de Literatura Random House, llegó a mi vida a principios de 2018, y aunque no sé de cierto cómo llegué a este libro, tengo un recuerdo donde me visualizo en la librería, leyendo la sinopsis de la obra y la semblanza de la autora, y quedando atrapado por dos sencillas palabras: Bruja y Veracruz. Fue así de sencillo cómo tomé el libro y pagué por él.

 

Siempre he tenido una irrebatible afición por las brujas, desde mi primer encuentro con ellas en las leyendas urbanas que contaban en mi pueblo a cerca de las lechuzas o los rumores de que determinada señora se dedicaba a la brujería, hasta mi fortuito hallazgo con Harry Potter… en fin, un extensa lista de personajes que a lo largo de mi infancia y juventud se fueron construyendo en mi imaginario. Por otra parte, mi afición a Veracruz no es más que el recuerdo de un amorío que tuve en su momento en aquel puerto al sureste de mi país.

 

Comencé a leerlo al rededor de los días diez o doce de febrero de 2018, mientras esperaba sentado fuera de un gimnasio. Recuerdo que ese primer capítulo de apenas una página me dejó consternado, muerto de curiosidad y con el corazón palpitando como quien está por tener taquicardia. Al mismo tiempo, sentí una conexión con el libro desde las primeras palabras, similar a esa sensación extraña de chispas en ascenso, y desde ese momento, no pude parar de leer…

 

Fernanda Melchor es una autora, escritora y periodista de Veracruz, que ha publicado, hasta el día de hoy, tres libros: dos novelas y una recopilación de crónicas que habían sido divulgados previamente en la revista Replicante. Después de que terminé de leer esta novela y su libro Aquí no es Miami, me dispuse a buscar todas las publicaciones de su autoría que pudiera encontrar: Leí desde reseñas, artículos periodísticos y algunas investigaciones. Evidentemente, también vi, escuché y leí las entrevistas que le han hecho al respecto de su obra. Pero fue en uno de sus artículos cuando me di cuenta de un concepto con el que Fernanda dialoga en su escritura y que se percibe, sobre todo, en Temporada de huracanes: La nota roja.

 

Existe mucha teoría sobre la nota roja y hay narradores que previamente han utilizado esta técnica en sus historias; Jorge Ibargüengoitia con Las muertas o Vicente Leñero en Los albañiles. Pero para comprender la referencia, usaré la definición que la misma Fernanda Melchor nos otorga: “Un género periodístico por medio del cual se dan a conocer públicamente hechos relacionados con algún tipo de violencia… Una etiqueta que los periodistas utilizan para consignar actos de distinta naturaleza: delictivos (un asesinato), incidentales (un accidente aéreo) o incluso “naturales” (un siniestro).”

 

El efecto que este género causa en los lectores es algo de lo que hablaremos mas adelante, pero me es importante aclarar que, en una entrevista que realizó en abril de 2018 para un Podcast llamado “La no ficción”, Fernanda dice que en México, el lenguaje de la nota roja emplea los términos que usan los narcos, es decir, que existe una mimesis de una mimesis de una mimesis.

 

Depresión

Todo término nos lleva a un sinfín de conceptos que me es primordial explicar para que comprendan la magnitud y el poder del efecto estético en esta novela; algunos de ellos ya los mencioné con anterioridad pero en este apartado detallaré los principales y más importantes.

 

Principalmente, el lenguaje: Fernanda Melchor utiliza la nota roja como herramienta de impacto y sobresalto, es decir, al permanecer leyendo la obra, el lector no tendrá un sólo momento de tranquilidad por la activa y constante proyección de hechos impactantes, exageraciones, actos explícitos y morbo absoluto pues,  mentalmente, se recrean imágenes grotescas persistentes que el lector no pueda digerir y, de alguna manera, comenzará a sentirse ahogado. A eso sumémosle que no existe ningún momento de descanso, pues el libro está escrito en un único y extenso párrafo sin puntos y aparte.

 

Foucault dice que en toda cultura existen varias prohibiciones del lenguaje: 1. faltas de la lengua. 2. Palabras intolerables pero que pueden circular. 3. Enunciados prohibidos y 4. Textos que enuncian silenciosamente lo que quieren decir. Y bajo esa lupa Foucaultiana podemos decir que el lenguaje en la novela es prohibido. Sin embargo, a todo esto se le complementa la transmisión oral, el chisme que envuelve a los personajes del pueblo en una suerte de juego que construye y deconstruye  figuras humanas bajo el yugo de las apariencias.

 

Otro concepto que ya había presentado con anterioridad es el de la “Mimesis” y ésta idea nos remonta a Aristóteles y a Platón quiénes, por una parte, la definen como la imitación de la naturaleza en esencias artísticas y por otra como la apariencia mental del exterior en el mundo de las ideas. Es importante mencionarlo porque en ésta obra Fernanda explora un lenguaje periodístico y a su vez coloquial y a su vez rebosante haciendo que el lenguaje mismo explote. Razón por la cual, el libro no podía estar escrito de otra forma, más que en un sólo párrafo continuo, porque el lenguaje mismo así lo exigía.

 

Entones no sólo los personajes, la historia y el lector se ahoga… también el lenguaje.

 

Ahora bien, la polifonía es un concepto de inmenso valor dentro de la novela y es que, según Bajtin (1988), gracias a su lectura de Dostoyevski, la polifonía se entiende como la marcada diferencia entre las voces narrativas, discursos o diálogos de una obra que exponen distintos pensamientos sin perder una linea o idea central. En Temporada de huracanes el ruido de las voces es otro añadido más a éste estilístico plan de intranquilidad en el lenguaje y lo podemos percibir en los siguientes párrafos:

 

Munra miró el indicador del combustible y pensó que lo más sensato sería regresar a La Matosa y pedirle fiado a doña Concha un litro de caña, y chupárselo entero en la cama mientras esperaba el regreso de Chabela hasta perder la conciencia o morir, lo que sucediera primero, y en eso sonó el teléfono de nuevo y era otra vez ese pinche chamaco que decía que había conseguido dinero, que le pagaría la gasolina para que le hiciera el paro de llevarlo a un jale.

 

En este ejemplo, por las descripciones en tercera persona del singular se percibe narrador omnisciente. Sin embargo, terminando la oración continua de la siguiente manera:

 

Por lo cual el declarante entendió que su hijastro necesitaba que le hiciera el favor de llevarlo a un lugar en donde podría conseguir dinero para seguir bebiendo, propuesta que el declarante aceptó, por lo que a bordo de su camioneta cerrada marca Lumina, color azul con gris, modelo mil novecientos noventa y uno, con placas del estado de Texas erre ge equis quinientos once.

En este apartado la voz del narradora describe a Munra, “el declarante”, desde una perspectiva legal, dictando un testimonio o incluso, por las descripciones detalladas de la camioneta que se utilizó, como una página de una nota sensacionalista.

 

En el mismo capítulo, pocas páginas después, la voz que suena es la del miso personaje quien se posiciona entre los narradores para dar su perspectiva diciendo:

 

Por el motivo que ya les indiqué de que sus costumbres y su apariencia me parecían repugnantes, pero en ningún momento manifesté yo el deseo de hacerle daño a esta persona, yo no vi nada, ya se los dije, yo no vi nada ni supe qué fue lo que pasó.

 

Este juego en las narraciones construye realidades que son únicas, diferentes y verdaderas pero al mismo tiempo convergen en un simultánea y rompen la estructura estilística para ser el personaje quien le dicte la historia al narrador. Se asemeja mucho a los libros de Truman Capote donde voces de entrevistados se interponen ante las narraciones y hablan con plena y altanera libertad.

 

Tormenta

Fernanda Melchor ha contado en varias entrevistas que la génesis de Temporada de huracanes fue a través de una noticia que vio en un periódico sobre el asesinato de un brujo al que relacionaban con un par de personas, esto la llevó a querer realizar una investigación de campo que no pudo concretar debido al peligro que suscitaba visitar el lugar de los hechos, así que decidió contar su verdad desde la visión literaria. De ésta forma lograría entender las emociones que habitan en las personas y en sí misma.

 

Por otra parte, este acto sostiene la postura de Fernanda frente al periodismo narrativo, pues en una reseña para el portal Letras Libres (2014), Melchor menciona que para ella es primordial que éstas historias literarias sean capaces de tocar el corazón de sus lectores mediante el rescate de historias sencillas, y siguiendo la postura de Héctor Aguilar Camín (2019), en eso consiste el arte de escribir, en dejar ver intermitentemente la historia que está detrás, la verdadera historia apenas dicha.

 

Dejando la inspiración de lado, la novela está llena de personajes con particularidades y características que parten de la oscuridad más humana llevada al extremo, permitiendo así la pluralidad, incluso podría parecer que aquel personaje mítico que a lo largo del tiempo se a satanizado resaltaría por su maldad a lo largo de la historia, pero lejos de la realidad, pues son los personajes más comunes los que muestran la vileza y perversidad en la novela.

 

Esto permite, percibir a La Matosa como una alcantarilla en la que sólo viven las más asquerosas ratas que compiten entre ellas para averiguar quién tiene la existencia más infame, ruin y miserable, sin embargo, la reflexión no se queda en esa metáfora, pues al fin y al cabo, los personajes se ven sofocados por su historia y su pueblo y son empujados a esconderse, protegerse y comportarse de la manera que los haga sobrevivir.

 

El ambiente en la novela es pueril y humillante pero no dejo de pensar en la idea de que muchos de los actos que se desarrollan son conductas realizadas por amor, un amor que puede deformar el racionamiento y llevarlo a la locura.

 

En Cómo dibujar una novela, Martín Solares nos muestra diversas estructuras y procesos por lo que pasa una novela para tomar forma. Mientras leía Temporada de huracanes pensaba en su nombre y la relación con la historia, y de alguna manera, entendí cómo se conformaba el huracán.

 

 

La novela es un círculo por sí misma al que se le van sumando círculos que narran la vida del pueblo, de los personajes internos y de aquellos externos que se involucran. De ésta manera parece dibujarse un garabato sin sentido pero que termina teniéndolo al entender a detalle las líneas que cruzan entre cada personaje, las curvas  y tramas que se entrelazan para construir un dibujo complejo al igual que la historia.

 

Visto de otra manera, la alusión en el título no es meramente a la figura que se puede construir mediante el contenido del libro, también es una clara referencia al llamado, la llegada y el paso del huracán, que sopla con vientos mayores a 120 kilómetros y arrasa con todo a su paso, dejando el mismo resultado que el de una tormenta tropical: un desastroso caos atestado de muerte y destrucción. Sin embargo, el título se presenta en plural, indicando y advirtiendo los múltiples sucesos que se narran.

 

Huracán

Siempre que se toman riesgos existe una vertiente que provoca incertidumbre; es similar a la sensación de saltar al agua; primero, la indecisión de lanzarse atraviesa con puntualidad y persistencia, pero la decisión es fuerte y puede más que la duda; segundo, el momento de la caída en el que hay un todo y una nada a la vez, la fuerza del aire y la gravedad llevándote al suelo; tercero, la caída, ese golpe que empapa tu cuerpo y lo llena de consciencia ante el inminente retroceso; cuarto, la contemplación, ese momento que reúne los sentimientos anteriores, pero la paz dentro de la oscuridad los aplaca y se vuelve un lapso fortuito entre el centro del agua y uno mismo; quinto, el instinto que te lleva a salir y te empuja a tomar una bocanada de aire, y ese choque con la luz que te hace entender que todo ha pasado y las cosas salieron en orden. En un mundo tan superficial donde sólo mostramos lo bueno que se tiene Fernanda Melchor, toma el riesgo de hablar de lo sucio, lo violento, lo agrio y podrido, porque muchos hablan de lo bella que es la fruta y lo bien que sabe, con formas, descripciones y figuras preciosas que endiosan al aperitivo. Pero pocos se atreven a darle un espacio a las frutas podridas y hablar de lo peligroso que puede ser comer una de ellas. Como se puede leer en la Oda a Salvador Novo de Carlos Pellicer (1925): “Gloriosa la basura que alzó tan alto el juego/ y ha despejado la X para mirar mi juego./ Joyería de basura pondremos algún día/ Quien la robe será nuestro aliado”.

 

Una historia transgresora, lujuriosa y obscena y que, unánimemente, es sutil, vulnerable y bella. Un testimonio novelado al amor y a la locura, a la marginación y a la apariencia. La novela agotadora que desvela lo no dicho y trivializa lo dicho.

 

Finalmente, no olvidemos el cuestionamiento al que nos invitan obras como ésta desde perspectivas sociales y reiteremos la importancia de darle voz, aunque se aglomeren y sean difusas de percibir, a aquellos que no pueden pronunciar su historia porque el caótico ritmo que les exige la no vida, al igual que el final de los personajes de ésta novela, los conduce a seguir la luz aquella que se asemeja a una estrella.

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Alexis AyalaFernanda MelchorTemporada de Huracanes
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Sobre el autor

Alexis Ayala

(1996) Nació en la ciudad de Durango y estudia en la Facultad de Filosofía y letras de la UANL. Ha colaborado en libros recopilatorios como “Y las letras nos unieron” y “Los monstruos que creíamos olvidados”. Su vida gira en torno a la lectura y a la escritura pues, si no está leyendo, está hablando de libros en internet.

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