
La pandemia por el SARS-CoV-2 que actualmente sufre el mundo (en el momento en que esto se escribe se mantiene la fase 3 de la contingencia en el estado de Nuevo León) ha avivado las recomendaciones de los epidemiólogos y salubristas: lavarse las manos constantemente, sanitizar el mobiliario, uso de cubrebocas generalizado, la “sana” distancia, el confinamiento voluntario de personas sanas y estricto (cuarentena) de los pacientes positivos, para romper la cadena de transmisión.
La factibilidad de acatar o no es intervenida en forma negativa por la concepción del yo autónomo que prevalece en nuestra cultura occidental, en la que se imponen límites muy firmes entre quién soy y quién no soy, es decir, entre lo que representa mi ser y lo que no lo representa: lo de adentro (yo) y lo de afuera (el mundo). Por ello, las medidas de mitigación de la epidemia que apuestan por la promoción del bienestar colectivo (del otro) son difíciles de atender.
Descartes y Kant apuntan a un yo autoconsciente y autónomo. Además, el modelo psicoanalítico (también occidental) se basa en la autosuficiencia del actor autónomo. En este, el ego es el responsable de los cambios en el entorno interpersonal. Usamos, podría concluirse, un sistema de relaciones personales basado en la internalización del otro en el espacio que soy. Y Dios también solo se conoce en la medida en que el ego está dispuesto a comprometerse a través de una relación personal. Esto puede ser válido tanto para el europeo del siglo pasado como para la persona que vive en Monterrey y sus alrededores en esta pandemia.
Monterrey
Puede decirse que la sociedad regiomontana es continuamente tentada a no limitarse en el consumo de productos (ropa, artículos de lujo, tecnología), servicios (salones de belleza, Check Ups médicos, spas y clínicas de medicina estética) y espectáculos (futbol, conciertos), por lo que las limitaciones impuestas por la cuarentena representan un reto sin precedentes para el individualismo y sus costumbres.
Las inéditas medidas, aún siendo compartidas por todo el mundo, son difundidas por los medios de comunicación, que ahora incluyen a las redes sociales del Gobierno del Estado, la Secretaría de Salud, y de los canales de televisión locales, como Multimedios y Televisa. Así, el mensaje de prevención llega a toda la comunidad al convertirse también en un mensaje que se consume.
Las limitaciones impuestas por la cuarentena representan un reto sin precedentes para el individualismo y sus costumbres
Pero al implementarlas, el regiomontano se enfrenta a sí mismo.
La idea de un agente infeccioso extranjero que entró a Nuevo León a través de sampetrinos que viajaron a zonas de primer mundo alejó la posibilidad de contagio de la mente de la sociedad.
El individualismo regiomontano es un obstáculo para el distanciamiento social necesario ante la COVID-19.
Ideas de dios ante la COVID-19
Otro abordaje social que explica el pensamiento del oriundo de Nuevo León durante la pandemia es el que coteja la participación del individuo en las prácticas religiosas contra las epidemiológicas: el regiomontano que concibe a Dios como una figura antropomorfa punitiva y juzgadora es el mismo que creerá que la enfermedad está “allá afuera”, lejos, independiente de mí. También, descartará la posibilidad de una coexistencia (“tensión creativa”) entre ambas dualidades (Dios-yo, virus-yo). Es decir: el regiomontano que practica la religión “a su modo”, esto es, con sus favoritismos de fe, sus exclusivas elecciones entre rituales o celebraciones, participará también del mensaje preventivo a su modo, siempre desde su cosmogonía individual.
Dios es el otro para el yo, en la cultura occidental. Ahí se internaliza a Dios (ver Figura 1).
Figura 1. En la sociedad nuevoleonesa se ve a Dios como otro y así se internaliza. (Adaptado del esquema creado por Soo-Young Kwon, profesor de la Universidad de Yonsei, Seúl)

El Gobierno de Nuevo León, a través del Secretario de Salud, el doctor Manuel de la O Cavazos, y por intercesión de la empresa KIA, fue asesorado por científicos y epidemiólogos del gobierno de Corea del Sur, quienes en un principio pensaban que estaban asesorando a todo el país (México). Sin embargo, cuando descubrieron que su consejería estaba dirigida a un gobierno estatal y no a toda la nación, lo tomaron con alegría y orgullo. ¿Por qué?
A diferencia de la tradición judeocristiana occidental, en Corea del Sur la imagen de Dios se basa en sistemas confucionanos. Se tiene la idea de Dios como el cielo (하느님, Hanumin) o como el arroz, que da vida y su energía recicla y continúa. La idea de que Dios no es una figura antropomorfa, sino una entidad colectiva, diluye las fronteras entre los individuos hasta lograr sumar la presencia de un yo colectivo. En lo individual, en Corea del Sur no se utiliza lo autónomo como instrumento para crear lo relacional.
El individualismo regiomontano es un obstáculo para el distanciamiento social necesario ante la COVID-19
La representación del yo colectivo oriental, a diferencia de nuestro yo individual, facilita la idea de que una enfermedad infecciosa puede viralizarse a través de nuestra red de contactos. Por eso, cuando un ciudadano coreano resulta positivo a la prueba de RT-PCR para SARS-CoV-2, su confinamiento envuelve a toda su rama familiar, como signo patrimonial y comunitario.
En occidente se aspira al paraíso del cielo mientras que en Corea (confucianismo coreano) el cielo (Dios) es en sí mismo el paraíso, por lo que no es aspiracional: el cielo está dentro y fuera de uno.
El regiomontano y su cubrebocas
Las nociones polares de lo colectivo y del yo individualista son las principales diferencias entre el yo en sociedades asiáticas y occidentales. Esto no es cierto siempre. Pero aquí, al Equipo de Protección le añadimos el reiterativo “Personal” aun cuando se refiere a uno mismo. (Figura 2)
Figura 2. Al considerar como externas las medidas de protección, la prevención y seguridad se centra en el objeto y no en la persona. EPP: Equipo de Protección Personal. (Adaptado del esquema creado por Soo-Young Kwon)

Los elementos como el cubrebocas se consideran “externos” o “anexos”. Usarlos representa un escudo más que una bolsa recolectora de nuestros residuos. En un intento por personalizarlos se confeccionan caretas, tapabocas y mascarillas faciales con los logotipos de los Tigres y Rayados, colores vivos y combinables, los hay de superhéroes para los niños, todos con el propósito de cumplir el requisito sanitario y estar a la moda. La caricaturización de una medida salubrista preventiva colinda con su liquidación y banalización.
En el hipotético caso de un padre regiomontano que le recomiende a su hijo portar un cubrebocas, éste le diría: “Protégete porque hay muchos ahí afuera que te pueden contagiar”. Pienso que en Corea del Sur le diría: “Hijo, plotégete polque hay mucha gente que te está plotegiendo a tí”.[1]
El nuevoleonés sale de su casa rumbo al trabajo y se santigua. Persignarse podría ser considerado un símbolo externo que uno se cuelga o impone, como un escudo protector (careta, N95) que no se internaliza y podría, si se quiere, incluirse en la lista de obsesiones o rituales psicopatológicos. Pero también podría, en este grado, provocar tanta o mayor representación mental de una falsa protección, como la que daban los túneles sanitizantes clausurados por la misma Secretaría de Salud de Nuevo León.
Figura 3. El pensamiento asiático colectivo, como el que predomina en Corea del Sur, borra las fronteras entre yo y el mundo. (Adaptado del esquema creado por Soo-Young Kwon)

El que la palabra Hanumin signifique “cielo” tiene implicaciones en la noción no antropomorfizada de Dios para los coreanos vs la noción occidental. Pero para los surcoreanos, Dios también es arroz. El arroz que se pega está hecho por cooperación del cielo, la tierra y el ser humano. Al morir, el coreano regresa al cosmos, entonces su muerte no tiene nada que ver con Dios. A diferencia de lo que ocurre en Monterrey, en donde se están muriendo del COVID-19 que “nos mandó Dios”.
[1] N. de la E. Expresión en alusión a la columna de Carlos Alazraki publicada en El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/carlos-alazraki/carta-de-mi-amigo-chino-tu-chin-gun-esta-muy-enojado-conmigo
Con todo respeto. Me resultan muy desagradables las generalizaciones. Cuando la experiencia religiosa, es algo tan íntimo, personal y de lo más variopinto… Tengo amigas surcorenas y nunca le has he oído hablar que Dios es arroz… eso que escribes de que “para los surcoreanos, Dios también es arroz”… creo que sería ofensivo para ellos. Como día L. Boff el punto de vista se convierte en la vista de un punto.
Creo que ciertamente en cada cultura hay valores y costumbres que permean nuestras conductas. Como también creo que la formación académica, el bagaje de la vida y la posición en los escaños sociales que a unos favorecen y a otros no… nos hacen leer los acontecimientos desde donde estamos posicionados. Los regios somos un mosaico de pluricultural. Y a mi me encanta que sea así…así que no meteré a todos los huevos en la misma canasta. Y me encantó leerte, siempre es un gusto saber de ti, no te pierdas. Abril Carrera