
Es menester, asimismo, que la capital tenga un papel moral y difunda hasta los últimos confines del territorio lo que es necesario imponer a la gente en materia de conducta y maneras de obrar. La capital debe dar el ejemplo de las buenas costumbres. […] Y para terminar, un papel económico: la capital debe ser el ámbito del lujo a fin de constituir un foco de atracción para las mercancías que llegan del extranjero, y al mismo tiempo es preciso que sea el punto de redistribución comercial de una serie de productos fabricados, manufacturados, etcétera.
Michel Foucault, Seguridad, territorio, población.
1. Introducción
Este texto pretende ser una breve aproximación a los proyectos “Distrito Independencia” y “Memorial de la Misericordia” desde la teoría del poder y del espacio del filósofo francés Michel Foucault (1929 – 1984). Así, a través de nociones como “dispositivo disciplinario”, dispositivo de seguridad”, “normalización”, entre otras, separaré dichos proyectos en sus partes principales para poder ver con mayor claridad cuáles son las características que componen cada parte y cómo estas pueden ser analizadas desde las categorías foucaultianas.
Michel Foucault escribió sobre los dispositivos disciplinarios de los siglos XVII y XVIII principalmente en su obra Vigilar y castigar (1975). En ella, el filósofo utilizó el modelo de la prisión, la escuela, el hospital y el cuartel para describir la serie de mecanismos, relaciones, disposiciones y saberes que constituyeron la sociedad disciplinaria. Sin embargo, intuyó un modelo distinto de las relaciones de poder para los siglos siguientes: el dispositivo de seguridad, cuyas tecnologías y mecanismos hacían uso de nuevos saberes estadísticos, biopolíticos y poblacionales que expuso en sus cursos en el Collége de France entre 1977 y 1978.
2. Foucault, dispositivos de disciplina y seguridad
Los elementos del dispositivo disciplinario se basaban en la ordenación del espacio de acuerdo con criterios visuales de vigilancia, en la economía del ejercicio del poder directo, el desplazamiento del suplicio y la aplicación del poder ya no sólo como castigo, sino como disciplina, moralización y corrección. Una máquina que consistía en una tipología de los cuerpos, una administración de su habitar en el espacio, que, sin embargo, seguía siendo ejercida de manera burda entre muros de piedra y concreto, entre celdas y torres, pero que, hay que señalar, sí resultaba más efectiva en el ejercicio del poder que los calabozos y mazmorras que la precedieron.
¿Cómo llevan a cabo el modelo disciplinario estas tecnologías? A través de una vigilancia, que, aunque se sabe que está ahí, viéndolo todo siempre, no puede vérsele. La nueva microfísica del poder aplica “pequeñas técnicas de vigilancia múltiples y entrecruzadas, miradas que deben ver sin ser vistas”[1] a sujetos que son atomizados en el espacio y distribuidos según nuevas tecnologías arquitectónicas, pedagógicas, médicas, marciales y de manufactura que fueron formulándose, de forma transversal, en la cultura de la Europa de la época clásica. Sin embargo, estos sujetos atomizados siguen siendo una multiplicidad dividida en individuos para su mejor ordenación. Así estos individuos son sometidos a la aplicación de fuerzas normalizadoras que son al mismo tiempo castigo, rehabilitación y guía salvífica. Esta máquina panóptica que “ve sin ser vista” no es secreta, se anuncia e intimida con su arquitectura, sabes que te ve, sólo que no sabes quién te ve y cuándo.
Hay que señalar algo: Foucault no concibe el poder como una fuerza unívoca que se ejerza de forma vertical, desde arriba hacia abajo. El poder no es algo que se posea, se conserve y se procure, es una relación de fuerzas transversales; el poder se ejerce, se practica, se da en los discursos, los saberes, los intercambios y las relaciones. No viene de un solo gobernante, o de una institución, o fuerza judicial: el poder primero se ejerce en los saberes y las formas de normalización que constituyen a éstos.
Para Foucault las relaciones sociales y la distribución de los espacios son fenómenos inseparables, y ambos, por su misma interconexión, se han visto modificados, infiltrados y modelados por las tecnologías del poder primero disciplinarias, y luego de seguridad. Que Michel Foucault localice el ápice de los dispositivos disciplinarios en el siglo XVIII y el de los de seguridad en los siglos XIX y XX no los hace mutuamente excluyentes. Es decir, que las nuevas técnicas de poder tengan ciertas características distintas a las antiguas no hace que estas últimas queden completamente caducas. No podría decirse que la vigilancia, el encarcelamiento, el castigo y la rehabilitación sean cosas del pasado; es más, los dos modelos se complementan: “el corpus disciplinario también es activado y fecundado en gran medida por el establecimiento de los mecanismos de seguridad”[2].
Sin embargo, los mecanismos de seguridad tendrán sus características propias, distintas del paradigma disciplinario, aunque hay que señalar que Foucault nunca desarrolló tanto su idea del dispositivo de seguridad como sí lo hizo del disciplinario. Una característica propia de este dispositivo fue el surgimiento de la estadística criminal, que remonta en Francia al año de 1826[3], y permitirá una nueva forma de aproximación a la población: se constituirá la multiplicidad partiendo de los individuos.
Ahora bien, el dispositivo de seguridad trabaja con la población y en espacios abiertos. Lo podemos ver con claridad: durante la época disciplinaria las ciudades eran amuralladas, después, al ceder a las lógicas y sentidos del movimiento y la claridad estadística propios del paradigma de seguridad, fueron derribando sus muros, construyendo grandes explanadas y boulevards para garantizar su principal función: la circulación.
Así pues, el paradigma de la visibilidad panóptica de un espacio estático se cambia por el de la aceleración de la circulación de personas y mercancías en un territorio:
La ciudad no será concebida ni acondicionada en función de una percepción estática que asegure la perfección instantánea de su funcionamiento, [sino que] nos hallamos en un momento en que el mundo se experimenta, creo, no tanto como una gran vida que se desarrollaría a través del tiempo sino como una red que relaciona puntos y que entrecruza su madeja.[4]
Si disciplina era rehabilitación y castigo, seguridad es circulación, de todo, de mercancías, de personas, de saberes, de datos e informaciones[5]. La ordenación de la ciudad debe, por lo tanto, cumplir los requisitos de la circulación. Ya no actúa sobre individuos, sino sobre poblaciones.
3. Distrito Independencia y Memorial de la Misericordia
A mediados del 2017 el gobierno estatal de Nuevo León, junto con los municipios de Monterrey y San Pedro Garza García, anunciaron la creación de un comité técnico para coordinar el proyecto Distrito Independencia. Dicho proyecto contempla la conexión de la calle Zaragoza, en el centro de la capital del Estado, con la calle Rufino Tamayo, en San Pedro, uno de los municipios más adinerados en América Latina. Este viaducto constaría de cuatro carriles en cada sentido (uno en cada dirección sería peatonal) y cruzaría por la colonia Independencia hasta la parte superior de la Loma Larga. También se previó la “regeneración urbana” dentro del mismo proyecto de la colonia Independencia, antes Barrio San Luisito, esto con la creación de zonas peatonales y comerciales, así como un teleférico. Claro que dicho proyecto no afecta solamente a “La Indepe”, sino otras áreas aledañas de la Loma Larga.
Por último, otro megaproyecto paralelo, el Memorial de la Misericordia: la cruz monumental más grande del mundo sería edificada sobre la cima del cerro. Esta mediría 160 metros de alto y estaría rodeada por una explanada, así como por un centro comunitario y un santuario. La intervención en la Loma Larga ahora involucra al gobierno estatal, a los municipales, a la iniciativa privada y a la Arquidiócesis de Monterrey, estamentos que no han logrado separarse por completo en el Estado.
4. Circulación, normalización, vigilancia y caridad
Desglosemos el proyecto en sus elementos principales: a) el viaducto entre el Centro de Monterrey y el elitista Valle Oriente, b) el corredor urbano compuesto del teleférico, las zonas comerciales y turísticas, c) el monumento religioso que asomará a los dos municipios coronando el cerro y d) el centro comunitario.
Como señalé anteriormente, los dispositivos de poder –aunque Foucault haya identificado unos muy específicos– no se manifiestan siempre de forma diferenciada, unívoca y exclusiva. Así, los elementos del proyecto Distrito Independencia y Memorial de la Misericordia pueden analizarse utilizando tanto categorías y nociones disciplinarias como de seguridad, según corresponda.
a) Viaducto Monterrey-San Pedro: La interconexión entre los dos municipios tiene varios fines claros: la optimización de la movilidad (descongestionando el Túnel de la Loma Larga y la Avenida José Eleuterio González), la creación de espacios de “rehabilitación urbana” (¿o gentrificación?) mediante la expansión comercial que provocará a sus alrededores, y la interconexión, no sólo comercial, sino cultural y lúdica de estos dos puntos clave de la zona metropolitana. Estos fines caen indudablemente bajo la lógica de las tecnologías de seguridad:
Las principales tipologías de intervención dejarán de ser las plazas y el espacio público urbano, que ceden su lugar [… al] establecimiento de una red territorial de infraestructuras viarias que atravesarán las ciudades al superponer su escala territorial a la escala óptica del espacio urbano. Si el sistema viario del urbanismo disciplinar se gestionaba mediante la arquitecturación óptico-geométrica del espacio urbano, el urbanismo biopolítico [de seguridad] desarrollado desde la ordenación del territorio lo concibe como el medio de conexión de los puntos mercantilmente estratégicos de la ciudad con la red territorial de comunicaciones gestionada por administraciones públicas de carácter supramunicipal.[6]
Los obstáculos aquí son el cerro mismo y quienes lo habitan. El dispositivo de seguridad requiere franquear las barreras, naturales como artificiales. La Loma Larga es la barrera, la muralla medieval que hay que derribar para permitir el flujo mercantil, previendo el crecimiento constante de la circulación, entendida como “desplazamiento, intercambio, contacto, forma de dispersión y también distribución…”[7] Los habitantes de la Loma serán asimilados o marginalizados, según los casos que se verán más adelante.
b) El caso del corredor urbano y turístico, aunque también encaja en la lógica de los mecanismos de seguridad y es un aparente medio de circulación, puede leerse también desde otro ángulo: el de la normalización. La creación de una zona turística y comercial en una de las denominadas “zonas conflictivas” o “marginadas” de la ciudad, de la mano del Memorial de la Misericordia, pretende normalizar ciertas prácticas, dinámicas sociales y formas de intercambio comercial que a la vez excluye o marginaliza las preexistentes de la zona. Desde esta perspectiva, el corredor no es sólo un mecanismo de seguridad, sino también uno disciplinario que serviría para “ajustar” a la norma una zona percibida como fuera de las lógicas de ésta, dónde los habitantes son señalados por los medios y las autoridades –reiteradas veces– como “invasores”[8] y “criminales”. El sistema de normalización en el contexto de la seguridad lo entiende Foucault como
[…] un señalamiento de lo normal y lo anormal, un señalamiento de las diferentes curvas de normalidad y la operación de normalización consistirá en hacer interactuar esas diferentes atribuciones de normalidad y procurar que las más desfavorables se asimilen a las más favorables.[9]
El conjunto Distrito Independencia y Memorial de la Misericordia tendrían así la función, por un lado, de asimilar (normalizar) a cierta parte de la población preexistente del área, integrándola en las nuevas dinámicas comerciales y sociales, y por otro, excluir y desterrar a los “invasores” no dóciles.
c) En la cima de la Loma Larga una enorme plancha de concreto sobre la cual se erige un gigante monumento salvífico que ve sobre la ciudad y sus habitantes; y estos habitantes también ven el monumento, es imposible no hacerlo: una cruz de 160 metros de altura por 90 de ancho, sobre un cerro de por sí alto, que divide los dos municipios más importantes comercial y económicamente hablando del Estado. Esta es la visión de la Arquidiócesis. La siguiente cita, que se refiere al panóptico, ¿no podría describir también un ídolo religioso?
…su fuerza estriba en no intervenir jamás, en ejercerse espontáneamente y sin ruido […]. Porque, sin otro instrumento físico que una arquitectura y una geometría determinadas, actúa directamente sobre los individuos, “da al espíritu poder sobre el espíritu”.[10]
La cruz romana aspira ser un panóptico simbólico, gigantesco, en un espacio urbano donde la Iglesia todavía interviene en las legislaciones, los espectáculos públicos y la vida privada de la población. En el sitio web del Memorial se lee: “La cruz de la misericordia, con una altura que permita ser visible desde la mayor parte de la zona metropolitana, […] que sirva de custodia para toda la ciudad”[11]. La gran cruz sería “custodia” para la ciudad, es decir, su fin sería el de custodiar, guardar y vigilar. Funcionaría como un constante recordatorio del poder clerical disciplinario que actúa en la zona metropolitana.
d) El centro comunitario, operado por la Iglesia, es descrito de la siguiente manera por la página web del Memorial de la Misericordia:
El Centro Comunitario que ofrecerá apoyo y oportunidades de desarrollo humano integral, físico y espiritual a niños, jóvenes y familias que viven en la parte alta de la colonia Independencia y colonias aledañas. Inspirado en las obras de misericordia tanto materiales como espirituales.[12]
¿No recuerda, aunque guardando algo de distancia, al segundo capítulo de La historia de la locura de la época clásica (1961)? Las palabras “apoyo”, “desarrollo humano, físico y espiritual” y “misericordia” que ofrece el centro comunitario son análogas a las del asilo del siglo XVII. El papel de la Iglesia en la lógica disciplinaria es el de “enderezar conductas”[13] a través de su caridad y dignificación de la pobreza, de cierta pobreza, claro:
La Iglesia ha tomado partido, y al hacerlo, ha separado al mundo cristiano de la miseria, que la Edad Media había santificado en su totalidad. Habrá, de un lado, la región del bien, la de la pobreza sumisa y conforme con el orden que se le propone; del otro, la región del mal, o sea, la de la pobreza no sometida, que intenta escapar de este orden. La primera acepta el internamiento y encuentra en él su reposo; la segunda lo rechaza, y en consecuencia lo merece.[14]
Aquí, pues, el centro comunitario, según lo visto antes, serviría como un dispositivo disciplinario normalizador que por un lado asimila a los individuos fieles arrepentidos, dispuestos a someterse a la “misericordia” y, por otro lado, excluye a los que no se someten a sus procesos de normalización. Queda claro, como acertadamente señaló Foucault en la misma obra, que la pobreza es vista como una cuestión moral antes que una económica.
5. Conclusión
Espero haber, mediante este somero análisis, aportado una perspectiva distinta de un par de fenómenos muy concretos, como lo son el Distrito y el Memorial. A través de la filosofía, particularmente la filosofía de Foucault, como una “caja de herramientas” –para utilizar un término que él usaba–, es posible pensar hechos particulares, incluso desapercibidos para filosofías con miras más universalistas. Esta aproximación de la filosofía a hechos concretos – sin reducirla a ellos – “sirve” (término controversial para algunos) para introducirla al tiempo y lugar en el que ella se encuentra. La filosofía, aunque sea por instantes, sale de su espacio abstracto, argento y puro, y se coloca entre ciertas gentes, en ciertos lugares, en ciertas épocas. Así, en este caso, las mismas categorías y análisis que sirvieron a Foucault para describir y analizar los procesos del poder de Europa en siglos XVIII-XX, sirven también para describir y analizar fenómenos y hechos que suceden aquí y ahora.
6. Bibliografía
Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica. México: Fondo de Cultura Económica. 2019.
__________. Seguridad, territorio, población. México: Fondo de Cultura Económica. 2006.
__________. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. México: Fondo de Cultura Económica. 2018.
La Vanguardia. Con megaobra, pretenden cambiar a la colonia Independencia de Monterrey; vecinos se oponen. 11 de junio del 2018. https://vanguardia.com.mx/articulo/con-megaobra-pretenden-cambiar-la-colonia-independencia-de-monterrey-vecinos-se-oponen
Memorial de la Misericordia. http://www.memorialdelamisericordia.org/#Wrapper
Urabayen, J., León Casero, J. Espacio, poder y gubernamentalidad. Arquitectura y urbanismo en la obra de Foucault. En Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas. México: UNAM. 2018.
[1] Foucault, M. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. México: Fondo de Cultura Económica. 2018. p. 200.
[2] Foucault, M. Seguridad, territorio, población. México: Fondo de Cultura Económica. 2006. p. 23
[3] Ibid., p. 24
[4]Urabayen, J., León Casero, J. Espacio, poder y gubernamentalidad. Arquitectura y urbanismo en la obra de Foucault. En Anales Del Instituto De Investigaciones Estéticas. México: UNAM. 2018. p. 200
[5] Ahora podría incluso hablarse de una sociedad de la transparencia o de un panóptico digital, como señala en sus varias obras Byung-Chul Han
[6] Urabayen, J., León Casero, J. Op. cit. 2018. pp. 200 – 201.
[7] Foucault, M. Op. cit. 2006. p. 85
[8] Como declaró el exalcalde de San Pedro Mauricio Fernández Garza: https://vanguardia.com.mx/articulo/con-megaobra-pretenden-cambiar-la-colonia-independencia-de-monterrey-vecinos-se-oponen
[9] Foucault, M. Op. cit. 2006. P. 83
[10] Foucault, M. Op. cit. 2018. P. 238
[11] Memorial de la Misericordia. http://www.memorialdelamisericordia.org/#Wrapper
[12] Ibid.
[13] Foucault, M. Op. Cit., 2018, p. 199.
[14] Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica. México: Fondo de Cultura Económica. 2019. pp. 99-100.